lunes, 19 de julio de 2010

De conciencia Pobre

Y me llaman vagabundo. ¿Quien puede entenderlos? ¿Que hace de mi un vagabundo y no un hombre? El tiempo es mi hogar, correr y caminar y dormir. Drogas, muchas por montón, pastillas, tragos, hierbas. Todas esas son mi ideal. La sociedad nos juzga por ser lo que ellos llaman “seres mas bajos”. Me gustaría preguntarles que los hace superiores a nosotros. ¿Que? ¿preguntas? ¿Mi familia? He cambiado varias veces de esta, todas vienen por marcas y precios y aveces me reúno con ellos a disfrutar y aveces no. “¿Robar?” es increíble que me preguntes esto. Pues, ¡por supuesto! ¿Tengo otra opción? En los mercados, negocios, transacciones. No, no lo digas, no digas esa palabra, eso no es vida, eso es esclavizares. Bajo murmuros ustedes me juzgan, me odian, lo se, los veo en la calle todos los días. Esos ojos rellenos de rencor, esas miradas de desprecio, atemorizadas y solo por que no soy igual a ustedes. Yo creo saber lo que piensan, pero yo lo veo diferente. Entre multitudes el olor se agrupa, nos asfixia, moviendo olores por todas partes, en las tiendas, en los parques en los teatros, utilizando este olor para obtener beneficios, yo he apestado toda mi vida y se que verdaderamente de ahí no viene el placer. ¿Sociedad libre? Es imposible, yo correré sin pelaje alguno por las calles, seré atrapado por los cerdos, esos mismos que se revolcan en inmundicia, que les falta cerebro y solo siguen ordenes del gran marrano. Ellos que se reúnen en la pocilga a cenar de un festín, rondas y rondas. Y dicen hacer todo por bien. ¡Hagan un bien y compartan! Hay muchos necesitados perdidos, bríndenles de su festín. Aunque no sea de este modo, pocas ovejas han escapado de los cerdos, otras no escapan, pero si son salvadas por el olor que poseen. Grandes instituciones, capillas, rituales. Grandes establos, donde cualquiera puede entrar. Desde el mas insignificante hasta el mas importante. Zapatos pulidos, pie bolsas, trajes y corbatas, bufandas y busos, hombres afeitados otros infestados, sombreros de copa, desgastadas capuchas. Sonrisas y llantos. Un hombre de blanco, mueve sus manos en el aire y proclama las palabras de un ser superior y a puro pulmón alimenta de sus palabras a su gente. De esto cena la sociedad, es su pan de cada día. Yo logré liberarme muchos años atrás. Los grandes espejos. Pilares de estos, siempre presentes. Un movimiento a la izquierda vigilado, dos pensamiento a la derecha captado, tres miradas al cielo redactadas, cuatro movimientos con las manos analizados. Me pregunto ¿Y donde esta mi libertad? Un hombre, en el asfalto, traspasando el umbral, rodeado por una multitud de sombras, imposible reconocer alguno, y ninguna de estas le permiten marcharse a la nada. Asesinatos, doscientas personas, analizando los hechos, la cantidad de sangre, la hora, el lugar y las razones. Dones, cinco brazos, seis dedos, siete uñas, es un espectáculo. Mas de siete millones de cerebros pensándolo. “Que horrible. ¡Miren eso! ¿Es posible? Impresionante.” Un genio da su respuesta en los diarios. “Extra, extra: Jaime Forero explica de donde viene la niña de cinco brazos, seis dedos y siete uñas” y luego viene el foro y las noticias. “Fue un proceso bastante complicado claro esta” dice el hombre vestido de bata mientras se acomoda sus lentes. “Pero como siempre hemos encontrado el origen de este cáncer” Tres armas reposando en el bolsillo de su pecho, cada una de un color diferente, este hombre es todo un intelectual y continua. “El problema erradica en la metástasis de las células ... Otro influyente es el desorden de la glándula pituitaria... Es como un vaso piénsenlo así, cuando se hace un error en su producción lo mas probable es que no contenga liquido alguno.” Y por la pantalla el flash de la cámara refleja el éxito del amado criminal. La caja se sume en un color negro, la clase media se levanta de sus colchones. Es hora de trabajar, mi palabra favorita. Roboticamente son conducidos por la esclavitud de un tiempo limite perdido y lloran y lloran una y otra ves por querer mas, tener mas. Mas y mas y siempre mas, noches en vela. Su vida es un poema, todos sus días consisten de una anáfora. Son conducidos por metáforas, comparados como símiles. Personificaciones, animales que conducen, arboles que hablan, paisajes que reparten sentimientos. Los hiperbatons de la sociedad, jóvenes que actúan como viejos y viejos que se creen jóvenes. Por todas partes paradojas, en la lengua del pueblo. Amplificaciones en la radio. Execraciones seguidas por deprecaciones. Largos discursos interceptados por un apóstrofe. Interrogaciones. “¿A donde fuiste? ¿Con quien? ¿Por que?” yo no llamo eso amor. Ostentación, la palabra de pocos vale, necesitan testigos por lo pobre que son. Prosopografias, mira la foto de este hombre, mira el cuerpo de esa mujer. Son una pareja tan bella. Romancillos, endechas, romances, Heroicos, todo tipo de estos. Vidas de arte mayor, vidas de arte menor, muchas con métrica, otras pocas sin métrica. Las rimas que corren, las que abrazan, otras que cruzan y una que otra gemela. Versos llanos, comunes, agudos, con enfoque, esdrújulos, misceláneos. La epífora, el final de cada día. Las simultáneas repeticiones; los estribillos. La vida es un gran poema. Una ves mas me veo entre amigos, compartiendo coplas y rimas, riéndonos, reuniéndonos. La noche nos abraza en su calor, los días nos fatigan en su frío. Tomamos de la lluvia he ignoramos los ríos. Dormimos sentados y descansamos acostados. Sin lugar a donde ir, sin esperanzas para vivir, nosotros pasamos día a día con orgullo. Por que nadie puede decirte que eres verdaderamente y tu eres el único que decides lo que eres. Entramos a las tiendas y esas malas caras las convertimos en bienvenidas, saludamos con confianza al dueño de esta y aunque tenga un arma en su mano, la ignoramos y le sonreímos. Vamos en grupos, todos juntos, somos mas unidos que cualquier familia, nosotros no peleamos, no dialogamos. En la noche finalmente cuando ya todos andan dormidos me sumo en mis pensamientos y cierro mis ojos...
“Señor despiértese, ya es la hora de cenar” una voz en la lejanía. Un hombre vestido de mayordomo yace frente al hombre. Muy desconcertado el hombre mira a su alrededor, despejando su sueño. Con el blancor de su pelo, las pantuflas de oso pardo, el sol en su cuello, sus finas gafas y su bata de seda, el hombre se levanta de su sofá y se encamina a su comedor de 12 asientos a cenar.