sábado, 24 de diciembre de 2011

Una historia mas de navidad.

Y de esta forma comenzó su día, desganado, enojado y en víspera de navidad. No podía entender este sentimiento que ahogada su cabeza y cegaba sus ojos. Solo sabía que se encontraba muy pero muy desolado. “Espíritu de navidad” escupió estas palabras de su boca mientras pronunciaba una burlona carcajada, “si claro, como si alguien creyese en eso.” se levantó de su cama, aun tenía el pantalón que había usado la noche anterior. No se sentía descansado, no se sentía nada mejor, estaba sufriendo la resaca emocional mas poderosa de su vida. Este era la clase de hombre que no podía vivir con incertidumbre, a pesar que su vida consistía en una gran masa de esta.
Se puso de pie y se dirigió a su cocina, rebusco por esta pero no encontró alimento alguno. Abrió la nevera y apenas diviso la tela que colgaba de esta la cerro con todas sus fuerzas. “Como si fuera el día de brujas.” Se dijo a sus adentros y continuó buscando algo que comer.
Se rindió al poco tiempo y decidió ir a tomar una ducha y así dentro de esta inundar todos los pensamientos que lentamente le asfixiaban y le torturaban en su interior. No lo logro, y salió de su ducha igualmente atormentado. Su teléfono comenzó a sonar y al contestar de este y mirar la pantalla de este totalmente rota no pudo hacer mas que alimentar mas ese sentimiento de miseria que le agobiaba. Intento ignorar este y contestó la llamada, en un intento desesperado por olvidar su cabeza.
“¡Jose! ¿Como te encuentras?” preguntó la voz dentro del auricular. Era Camilo, uno de sus amigos mas cercanos.
“No, hombre, ¿como te encuentras tu? ¿Como esta todo por tu casa?” le respondió este, con esperanzas de no tener que contestar la pregunta de su amigo.
“Pues por acá todos estamos bien, estamos emocionados de celebrar este día en familia, y tu que? ¿Como estas? ¿Que haras hoy?” y pensó en esquivar la pregunta de su amigo otra vez, sin embargo ya lo conocía, no pararía de preguntar, y el no era un hombre mentiroso.
“La verdad, para serte sincero me siento mal. Estoy bastante triste pero aún no puedo entender por que.” Replicó a lo que su amigo instantáneamente respondió “¿Que te paso hombre? ¿Que tienes?” y ahora se encontraba donde no quería estar. “Pues viejo, te confieso que no se que tengo, no se por que me siento así verdaderamente lo encuentro extraño.” Aunque no estaba siendo totalmente sincero, si sabía por que estaba así, solo que no quería platicar de este tema con su amigo, realmente no quería platicarlo en absoluto. “Debe ser por que la familia anda bastante lejos y debo estar sintiendo solo.” Esta vez decidió mentirle, y bueno la conversación continuó con su amigo muy amablemente invitándole a la cena con su familia y este desolado hombre rechazando esta oferta.
Al colgar el auricular el hombre se metió a su computador y platico con un par de sus amigos, les comentó lo que le estaba ocurriendo, esperanzado de no ser el único, pero al parecer era así y nadie podía realmente entenderle.
Decidió salir a comer algo, claro estaba que salir en víspera de navidad no era la mejor idea ya que los supermercados se encontrarían infestados de multitudes de personas buscando regalos, ingredientes para la cena de navidad, o buscando un lugar donde guardar su amargura.
Al cerrar la puerta de su apartamento solo tenía una cosa clara, aunque realmente no sabía que era, solo sabía que dentro de si estaba un mal presentimiento y esto le preocupaba. Entre agarrar el automóvil y caminar, prefirió caminar, necesitaba despejar su cabeza. Caminó por las calles pero se sentía en un día común y corriente. -¿Donde se quedo la navidad?- pensó y continuó caminando, miró dentro de las vitrinas de todos los locales que había a su alrededor y en ninguna encontró lo que buscaba.
Desesperadamente recorría el rostro de las personas que yacían en estas y ninguno le podía proporcionar esa chispa, por que una sonrisa en ninguno asentaba. Sacó su celular de su bolsillo y se detuvo. Se quedó mirando su pantalla y sintió como dentro de su cuerpo su estomago se estremecía. Estaba claro, debía ir a reparar de este o esta pena que colgaba de sus hombros no perdería su peso, o al menos eso pensó.
Continuó caminando por los locales que le proporcionaba la fría cuidad y decidió entrar a uno de estos. Miró a los ojos a la señora que se encontraba dentro de este.
“Buenos días señor.” le dio la bienvenida esta. “¿En que le puedo colaborar?”
Esperanzado le mostró su celular y le preguntó si esta podría ayudarle a repararle. Ella negó el poder hacerlo pero le dijo que se adentrara dentro del local y hablara con el técnico. Este se encontraba sentado en su silla con varios móviles del mismo estilo y bajo reparación. Le comentó de su caso y le entregó a este su celular, este reclamó poder arreglarlo pero que se demoraría un cuarto de hora, brevemente el hombre acepto y siguió a sentarse en la tienda.
Se encontraba solo con la señora dentro del local entonces decidió invadir la cabeza de esta al bombardearla con preguntas.
¿Que tal esta fecha? ¿Que te parece? ¿Con quien estarás? ¿Celebración en familia o en clubes?
Y pudo sacar de esta conversación lo que buscaba, el poder ver el trazo de una sonrisa en un rostro ajeno, ya que parecía que el suyo no lo haría mas. La reparación de su aparato no se hizo esperar mucho y en muy poco tiempo esta ya se encontraba preparado para salir del taller.
-¿Por que no le pedí uno a Santa Claus- sarcásticamente recitó dentro de su cabeza mientras continuaba con sus burlonas dolorosas y nada saludables carcajadas interiores.
Sintió un retorcijón en su estomago y se fue a un centro comercial a comer para satisfacer sus necesidades. Como lo había pensado anteriormente, estos se encontraban totalmente repletos de compradores. Y con su esperanza perdida decidió ignorar los rostros de las personas, aunque no obstante le fue imposible, y dentro de estos no encontró lo que con tanto desespero buscaba. Fue a cafetería y se sentó solo en una mesa, compró una hamburguesa y disfrutó de esta con todo el gusto.
Cogió la perilla entre sus dedos e introdujo la llave dentro de esta, la giró varías veces y ya se encontraba en casa. Arrojó las bolsas imaginarías de mercado sobre la mesa del comedor y se sentó en su sofá. La luz dentro del cuarto era bastante tenue, se percató de no haber abierto las cortinas, de igual manera no quería estar infestado de falsas esperanzas.
“Que día mas amargo.” se recito así mismo mientras recordaba las palabras de un amigo suyo. “Deja de traer las malas energías a tu vida y mírale el lado positivo a las situaciones.” “El lado positivo” dijo mientras expulsaba un aire de frustración.
Se acomodó en el sofá y cerró sus ojos por unos instantes. Trató de organizar las ideas dentro de su cabeza pero no podía. -Estoy rogando por algo que no existe- pensó, y ese era, esa era la razón por la cual su pesimismo lo consumía entre las llamas de la desesperación. Se levantó de su mueble y se dirigió al cuarto. Arrojó una pastilla que encontró dentro de su mesa de noche a los confines de su estomago, haciéndola viajar por los pasadizos de su esófago. Empezó a sentirse extraño. -Mi última escapatoria- pensó en los adentros de su cabeza, y de un momento a otro parecía ya nada importarle. En algún rincón de su conciencia podía sentir las lagrimas que la mascara que yacía como la expresión de sus ojos jamas revelaría. Y poco a poco entrando a los oscuros rincones de la demencia fue olvidando su realidad.
Y entre cordura y locura fue pateando las puertas que le aprisionaban a una imaginaría festividad mientras sintonizaba en otro hemisferio de su cabeza los recuerdos de su infancia y de sus otras navidades. Seguramente por eso se sentía tan solo, por que en navidad fue la única época en la que se le permitía ser niño de pequeño, y bueno, si esos recuerdos podían en su totalidad integrar la palabra infancia, por que a su opinión personal ningún recuerdo en su cabeza lo haría.
Dejando atrás su infestada cabeza se vio adentrado dentro de una jungla de colores e ideas. fue visitando dimensiones paralelas y otros mundos, mirando cuadros en exposiciones de arte y comentando acerca de libros, argumentando acerca de la situación mundial y relajándose en una playa. Todo lo que necesitaba en un viaje de 2 horas. Sentía frío aunque sus ojos miraban el cálido sol que se asentaba en el lejano cielo. En los rincones mas profundos de su cabeza escuchaba voces, unas reían, otras lloraban y otras gritaban con desesperación. Se vio sentado bebiendo vino con unos intelectuales en una mesa. Sus ojos resaltaban los colores de la ciudad y su cabeza maquinaba 300 millas por hora, una velocidad que ni Einstein podría manejar. El circuito de sus sentimientos perdió el camino y se trazaba aleatoriamente por la vía del engaño, creyendo recorrer una tranquilidad absoluta, basado en una desilusión camuflada.
Pero como todo auto de carreras este se detuvo y fue en el instante que golpeó la pared de la cordura. Cayó en unos matorrales y abrió sus ojos para ver dentro del cristal de una hermosa casa que estaba delicadamente vestida de festividad. Le era algo parecida esta casa, y en su cabeza sintió el ligero deja-vu. Golpeó su frente en el cristal y divisó dentro de esta la imagen con la ternura mas grande incrustada. Vio los rostros de los integrantes de una hermosa familia, y en sus rostros se hallaban pintadas las mas grandes sonrisas que el había visto en su vida. Vio un árbol de navidad lleno de regalos debajo de este. Los calcetines colgando de la chimenea, repletos de dulces. Vio el chocolate caliente, vio los niños, a sus hijos, vio el rostro de su esposa mientras que acariciaba la cabeza de estos. Mientras les besaba la frente, podía oler el pavo dentro del horno. La perfecta navidad, la festividad en un cuadro movible, vio entrar a su madre y a sus hermanos, cada uno con su pareja y sus hijos, y luego vio a un hombre entrar. Este se le acercó a su esposa y le besó los labios, los niños corrieron detrás de este y lo tumbaron al suelo, todos estaban llenos de carcajadas y sonrisas, carcajadas que a diferencia de la suya se encontraban totalmente llenas de alegría. No sabía quien era este misterioso hombre, ya que su semblante le era irreconocible en un principio. Luego se percato de una quien era. Y sus ojos le proyectaron una gota de agua cayendo en la helada nieve. Sintió el ardor de este recorrer su rostro, y volvió a mirar al hombre. Ese hombre de la gigantesca sonrisa era nadie mas ni nadie menos que el mismo. Y en ese instante la imagen que se cuadraba a su alrededor se tumbo como un castillo de arena, y vio como las cenizas le borraban el recuerdo de la familia que alguna vez tuvo y de lo mucho que pudo haber hecho si hubiera obrado mejor en un pasado. Después del efecto placebo que unas drogas le proporcionaron, su mente se negó en dejarle desviar su vista del castigo que se merecía. En ese instante gritó con todas sus fuerzas y abrió sus ojos para encontrarse en el mismo lugar desde donde había viajado hacía ya unas horas. Se encontraba de vuelta en su sofá, y a su sorpresa se encontraba rodeado por absolutamente nadie. Recordó a los fantasmas de la navidad y espero que su presente, su pasado y su futuro le visitasen, pero ninguno lo hizo, nadie lo hizo, por que nadie quería saber de el, no en este día, no en el próximo.
Y sin poder aguantarlo mas, esperó a las doce de la noche para celebrar noche buena.
Puso los cubiertos en la mesa, una vela y sirvió cuatro puestos, se puso un traje formal, ya que no quería que pudieran haber complicaciones, y decidió unirse a los suyos. Terminó de escribir lo que aparentemente sería su último cuento.
Colgó de lo mas alto de su habitación un nudo, se montó en una silla, y prosiguió a continuar con el destino programado por el historia que había servido en su comedor como cena de noche buena.

sábado, 21 de mayo de 2011

¿Donde se quedo la hoz?

“Pensando en ti me entraron estas ganas de escribir.
Pensando en ti encontre de que escribir.
Pensando en ti pude sentirme bien.
Pensando en ti apacigue mi alma
Pensando en ti me quede adormecido, atontado.
Pensando en ti se me volo el tiempo.
Pensando en ti no tuve tiempo para preocuparme.
Pensando en ti no tuve tiempo para pensarte
Pensando en ti se me volo la cometa, perdi el nylon, se me quemo la sopa, y me enrrede y cai al suelo.
Pensando en ti desee tantas cosas.
Pensando en ti olvide mi trabajo
Pensando en ti olvide mis heridas
Pensando en ti descubri el amor
Pensando en ti perdi el tiempo
Por que aunque pensara en ti se me volo el dinero.
¿Pero a quien le importa si estaba pensando en ti?.”

Y el poeta, que con una gran falta de rima en su poesía escribía estos versos mientras se sentaba a observar como se movía el agua por los canales de su ciudad. Estaba descalzo, con su ropa un poquito rasgada y con una vieja libreta en sus manos. En su mano yacía una pluma, con su tinta casi acabada. Fijó su mirada en el despejado cielo y suspiro. “El amor” se dijo así mismo. “es un sentimiento tan mundano.” y mientras hacia una antítesis de su sonrisa y sus palabras empujó la enorme roca que por medio de una soga amarraba su pie. Y así se adentro...

Despertó en su cama respirando fuertemente y bañado en sudor. “¡Que demonios! ¿Este sueño de nuevo?” se preguntó mientras despertaba de lo que parecía ser su pesadilla. Se encontraba muy agitado. Se sentó en su cama, cerró los ojos y sintió como los rayos del sol que ya se encontraba filtrandose por su persiana. “¿Que demonios?” se preguntó mientras su voz se quebraba y le recorrían por el rostro sus lagrimas. “¡Por que vienes a mi cada vez que no te necesito!” grito en medio del desespero. Afuera en la calle se encontraban unos niños gritando de la euforia y jugando con sus canicas. Este sonido le perturbo aún mas y agarró su cabeza entre sus manos tapando sus oídos. Juntó todo su cuerpo hasta quedar en posición fetal mientras las lagrimas drenaban su cuerpo. Se quedo recordando tiempos aquellos. Hasta que finalmente se quedó dormido de nuevo.

Se encontraba en un parque, un cielo azul por encima suyo. Este día le era familiar. Miro a sus alrededores y se vio totalmente solo. Aún estaba joven, nadie le interrumpía de su sereno descanso. Se sintió como entre el cielo y la tierra, a medio descansar, pero no era un sentimiento incomodo. Se sentía sin preocupaciones, tranquilo, como si nada pudiera interrumpirle de su constante descanso. Se acostó en el césped y continuó mirando al cielo. Derrepente sonó su teléfono celular. No tuvo prisa alguna y lentamente lo saco de su bolsillo, miro en su pantalla y atendió su llamada. “Si, okay, esta bien, ya voy en camino.” Lo que parecía que nadie le podría interrumpir se le desvaneció en segundos. No alcanzo a pararse totalmente del césped cuando ya se encontraba en casa de su madre. “¿Me llamabas madre?” le preguntó a la mujer que yacía frente a el. “Javier, ¿Donde andabas metido?” le preguntó esta y el se rehuso a contestarle. “En alguna parte mamá, en alguna parte.”
Luego como una ilusion este scenario se desvaneció y el vio como todo a su alrededor se convertia en polvo. “Yo pude ser lo que tu querias si tan solo me hubieras dejado intentarlo.” le murmuro a los recuerdos que el viento se estaba llevando.

Se levantó de la cama con sus ojos enrojecidos he hinchados. Esta vez no tuvo pregunta alguna acerca de su sueño. Se encaminó a la ducha, abrió la regadera y dejo que el agua le invadiera todo su cuerpo. Cerró los ojos y dejo que el chorro le cayera sobre su rostro. Cerró la ducha y salió del baño, no agarró toalla alguna. No había ninguna clase de tela que pudiera ocultar sus penas. Se encaminó a su cama con su cuerpo totalmente húmedo. Se sentó en ella junto a la mesa de noche é introdujo dos pastillas dentro de un vaso de vidrio. Estas empezaron a desvanecerse al tocar el liquido. Pastillas efervescentes. Ya no habían niños a su alrededor. Ya no habían voces ni sueños ni poetas ni rocas ni nada parecido. Lo único que había era el sonido que producía la pastilla que ya se encontraba desvaneciendose en el fondo del vaso. Se tomó las pastillas y comenzó a sentirse mejor. Fármacos, era increíble que tuviera que sostenerse a base de estos. Se quedo en su cama durante unos segundos con la mente en blanco, y prosiguió a cambiarse. Se puso encima un pantalón de drill, unos zapatos de material, una correa de cuero y su camisa, saco y corbata. Y así decidió salir al mundo. Su mente adormecida, casi drogada no le hacía preocuparse por donde caminaba, su cuerpo deambulaba sin rumbo alguno y sin necesidad alguna por las calles de la ciudad.
Miraba los carros pasar, las luces de parqueo de estos. Ya era de noche nuevamente y el no tenia donde ir. Un carro le paso por el lado y le empapó con pequeño tsunami de agua que una vez mas invadió su cuerpo. Este le dejó un poco aturdido y lo hizo adentrarse en la calle. Lo último y primero que vio al abrir sus ojos fue una intensa luz y frente a sus ojos y un letrero que decía “Calle 204” por encima, sus oídos no alcanzaron a percibir la frecuenta de la bocina cuando.
Quiso correr pero no esconderse. Aún era un niño, estaba jugando a las escondidas con sus amigos. Siempre le tocaba contar a el ya que no tenía un buen sentido de la orientación y se le dificultaba ocultarse. “10, 9, 8...” y así continuaba la cuenta regresiva. Sus amiguitos corrían por todo el parque buscando donde hacerse, unos se escondían bajo las escaleras, otros sobre el pasamanos, unos detrás de los carros y otros dentro del baño. Fuera donde fuera que se escondiera no importaba por que “3, 2, 1, Listos o no ¡ahí voy!” y así comenzaba de nuevo su búsqueda. Esta vez sin drogas en su cabeza y con sus ojos en alto. Comenzó a buscar a sus amigos. El sol fallecía por cada minuto de su búsqueda y el aún no se daba cuenta de esto. Buscó en todas partes. Bajo las escaleras, encima del pasamanos, detrás de los carros, é inclusive en el baño, pero era inútil, la única presencia que le acompañaba era la luna. Esa grande y esplendorosa reina en los altos cielos, que sin embargo no le prestaba cuidado al niño. Por que ella de ser niñera se había retirado hace mucho tiempo y había dejado en el olvido el amor al hombre. El daba vueltas y vueltas, buscando y buscando hasta que se encontró con algo que no buscaba. Un pitbull yacía mirando al niño, observando cada uno de sus pasos. Cualquiera que hubiera visto esta escena hubiera comentado “Pero que tonto, ¿Como se atreve a entrar al patio del señor Jackson?” Era el perro mas temido de todo el vecindario. Este le miró y le congeló el alma. ¿Que podia hacer un niño con una bestia? De su boca se expulsaba una baba blanca y viscosa. Odio, enojo y hambre se proyectaban por los ojos de la feroz bestia. Los pantalones del niño te tiñeron oscuros, cosa que no le agradó al perro ya que se sintió desafiado. El niño sabia que no estaba en tu territorio, estaba asustando, tanto como para orinarse en sus pantalones, tanto como para llorar y suplicarle a una feroz bestia por su salvación. El perro comenzó a gruñir y el niño envés de reaccionar cerro los ojos y sintió como sus ojos se llenaban de lagrimas. “A, A, Ayuda” Fueron las únicas palabras que salieron de su boca pero no había nadie cerca a el y el lo sabía. En un intento desesperado se volteó y comenzó a correr, esparciendo pequeños rastros de su orina por todo el patio. El perro cuya expresión nunca había cambiado empezó a ladrar y a perseguir al niño. El intentaba correr pero el perro era mas rápido que el, en un momento intentó voltear a ver donde se encontraba el animal pero le fue inutil, ya que cuando este fue a voltear la cabeza sintió en su espalda como el peso de tres sacos de papa y 32 afiladas puntillas caían sobre su cuerpo. El niño no alcanzó a caer al suelo cuando sintió como su hombro derecho era desgarrado por los afilados dientes.

El veía la sangre. No podía respirar bien pero escuchó como el un hombre de bata blanca decia. “Pero si es niño.” sentía desespero por toda su piel, se sentia secó, lastimado, y degradado. ¿Por que tenian que sacarlo de su hogar? Entre muchas luces pudo detectar la cara de un hombre que empapada en lagrimas y con una gran sonrisa le observaba. Pudo mirar a una mujer en una cama, ella se encontraba totalmente agotada pero de alguna forma u otra con ganas de recibirlo entre sus brazos. Sintió el extraño deseo de querer estar con ella. No sabía quien era ni por que, nisiquiera imaginaba que era lo que le causaba este sentimiento. Luego vió como dos pedazos metálicos se acercaban a el. Veía como sin autoridad alguna el hombre de blanco agarraba un afilado instrumento y proseguía a contarle una parte de su cuerpo. Llorar y patalear le fue inútil ya que el hombre estaba decidido. Lo agarró entre sus mano.

Tembloroso, asustado, así se abrieron sus ojos. Una vez mas fue obligado a presenciar la muerte de otros. Desesperado, con su cara seca de tantas lagrimas escondió su cabeza entre sus piernas y se quedo inmóvil. Si tan solo pudiera el hacer algo. Hacer algo por todos ellos. Pero definitivamente la muerte era constante y el no podía cambiar su trabajo.

martes, 10 de mayo de 2011

El joven y el sueño

Its getting kind of Dangerous out here.
Solía pensar eso, mañana, tarde y noche. Teniendo miedo.
¿Pero por que lo hizo? Por que dedico su vida en siempre tener las palabras adecuadas en la boca para la gente que quería ayudar. ¿Por que nunca pensó en si mismo antes que los demás? Por que tal vez su vida ya no le pertenecía, pero su vida se constipaba de todos aquellos que una vez le completaron. Se vio corriendo dentro de un bosque, llorando, transpirando, y perdido. Miro a sus alrededores y buscaba un horizonte, sin embargo este se hallaba disfrazado de diferentes tonos marrones y las sombras de los arboles.
-Esto es increíble- Pensó. Mientras continuaba corriendo con su desequilibrada respiración. Detrás de el podía escuchar a los perros ladrando, persiguiendo, oliendo la sangre que ya se hallaba fluyendo por sus talones. Sus ladridos infernales le perturbaban. Pero el continuaba corriendo sin importar el dolor. Corrió y corrió, como si el fuera el líder de los sabuesos, mostrándoles el camino. Salto sobre una rama, se agacho ante otra, y continuaba su camino sin parar. Claro así era el sueño.
Pero no podría correr por siempre. En ese preciso momento, cuando se hallaba pensando acerca de su salvación el cayo en el suelo, volteó hacia el cielo con esperanza de poder observar por última vez a la luna pero lo único que pudo ver fue como la boca del feroz perro se abría, y como sus afilados dientes brillaban como si estuvieran hechos de una piedra preciosa. El perro ya parado sobre su pecho y aullando a la escondida luna, prosiguió por la Yugular.

martes, 19 de abril de 2011

Importados

Y estoy triste, lo acepto. Pero ¿Que se puede hacer? Acaso a alguien le importa. Si a alguien le importa, no, no es cierto. Les preocupo, pero no les importa que este triste. O ellos pueden creer que es así. ¿Pero como saber si estoy triste o feliz? Nadie ha entrado en mi mente ¿O si? Tal vez soy yo que soy paranoico y quiero pensarlo de ese modo. No, no es cierto, nadie puede entenderme. Y no es por que no puedan pero por que no les importa. Pues pondremos un ejemplo. Cuando una persona esta triste, suele pedir ayuda (yo no lo hago, soy muy orgulloso) y aveces es escuchado y aveces no. A muchos les importa y a otros no, por que realmente importar no es poner atención. Pero digamos que 30 segundos después hay una acontecimiento que probablemente aparezca en los periódicos al otro día con un titular que dice. “Joven de X años decide saltar de su balcón en el piso X con X intenciones.” Ahora a todos nos importa por que este pobre joven se ha quitado su vida. ¿Pero si alguien le hubiera importado, el se hubiera quitado su vida? Es absolutamente absurdo que esto pasara. (A menos claro, que este joven estuviera enfermo, donde es completamente comprensiva la decisión que tomo en el caso que a nadie le importe) pero que tal, que tal que alguien siempre estuviera ahí para ti. ¿Ah? Que pudieras saberlo, sentirlo, tenerlo, agarrarlo, o la, el momento que quisieras y como quisieras, que te diera vida. Una clase de elixir, o de salvación. Pues si tu me das vida me haces feliz, no es cierto. ¿O si? Pues la gente siempre quiere tener una excusa para estar triste. Un No, o un Si es suficiente para prolongar el tiempo de reconocimiento de la acción.
Digamos que te amo, pero no me importas, o no te pongo atención. También existe este caso, es triste. Pero pues la persona (en nuestro caso ejemplar) muere y todos lloran y te extrañan tanto. “¡Si yo hubiera hecho X cosa!” Pero nadie quiso despejar la X de la salvación o de la destrucción.
Pero dejemos el pesimismo atrás, escribamos algo hermoso
...
Imposible, nací para ser miserable, e infeliz.
¿Es otra excusa o una realidad? Realmente no importa, por que a nadie le importa.
Se sienta un hombre en la sala con su psiquiatra.
“Y bueno señor, cuénteme. ¿Que le ocurre?”
“A nadie le importa.”
El psiquiatra solo escribe en su cuaderno el diagnostico de su nuevo paciente.
“¿A Nadie le importa señor? ¿Pero a nadie le importa que?”
El paciente mira a su alrededor, mira de reojo la cara del psiquiatra y luego fija su mirada al suelo.
“Estamos en un parque, es hermoso, mira ese prado verde, tiene un lago azul, tiene un sol amarillo radiante encima del cielo. Tiene gente riendo y llorando, están comiendo y tomando. Descansando es un hermoso día en el parque. Y si no lo hacen intentan ser felices. Bueno eso no importa, ellos solo hacen parte del contorno. Y entonces están todos estos elementos juntos en el parque cuando el sol se esconde y el verde pasto ya no es verde, el lago pierde su azul y la luz se desvanece. Probablemente algunos se queden, las parejas de enamorados, pero eventualmente se irán y cuando se vallan ya no habrá nadie. Y cuando no hay nadie, ahí empieza nuestro experimento, por que hay millones de restos de basura en el suelo. Paquetes, frascos, comida, de todo, una gran variedad de productos. Y acá te pregunto mi querido doctor. Mientras que este lugar muere bajo la mugre de la gente que lo ama, ¿A quien le importa? ¿Alguien recogió la basura? Este parque es amado, pasa la pareja de enamorados. “Mi vida. ¿no te parece hermoso? Me fascina este lugar es tan bello.” Pero cuando se van el parque esta lleno de basura, y entre excusas y la exasperación de ahogarse en su amor, dicen no ver los contaminantes que llenan a este. Al otro día vuelven se sienta, se besan se adoran se aman, pero ¿A quien le importa el parque? Nosotros los humanos somos lo mismo que este hermoso parque, necesitamos de alguien que lo limpie, sino terminamos contaminados y morimos. No necesitamos gente que nos visite y nos diga que nos ama, necesitamos gente que nos cuide y que realmente le importemos. Pues si hay uno solo que agarra la basura del parque y la recoge, ese ama a ese parque. Aunque nadie nunca esta para ti para recoger tu basura. ¿Que tal acerca de los que recogen la basura del otro?”
El psiquiatra con una lagrima en su ojo pregunta.
“¿Que con ellos?”
Y de nuevo el paciente continua.
“Pues digamos que esta pareja arrojó toda su basura por la naturaleza, y a la hora de irse pues, no les importó dejarla ahí. Quisiera preguntarte, ¿Que van hacer? Pues nada, solo se largaron y no les importo” en este momento la lagrima empieza a escurrirse por la mejilla del doctor. “y pues, pongamos un nuevo ejemplo, digamos que la pareja se fue y todo el parque quedo totalmente contaminado. Pero un viejito andaba caminando en la noche para despejar su mente y vio toda la basura, le pareció increíble que le hicieran una cosa semejante a un parque tan hermoso y fue hasta su casa, volvió y con una bolsa de basura recogió cada pedazo. Pues podemos ver como es por el viejo que el parque puede sobrevivir, pero ahora te pregunto, ¿Como hace el parque para devolverle el favor al viejo? ¿Puede el parque cuidarlo, o siquiera importarle? No, no puede, por que solo es un parque, ahora vemos al enfermo como el parque. ¿Puede el enfermo curar? Muchos dicen que si pero no, no es posible. El enfermo solo esta enfermo y así perdurara. Bueno entonces el viejo recogió la basura, a nadie le importa como estará el después de su esfuerzo. Pero bueno, ahora el parque esta bien, volvió el sol y de nuevo llego otra pareja, no importa si es la misma o es diferente y lleno el parque de basura, esta vez el viejo no vino, no es su trabajo recoger la basura. ¿A quien le importa el parque, igualmente ahora esta empezando a morir de nuevo y nadie puede ayudarle. Eso nos pasa con los que pensamos en la muerte todos los días.”
El psiquiatra empezó a llorar desconsolado. ¿¡Por que escribo esto!?
Y continua el paciente demostrándole al medico su incompetencia, por que sin importar si le ayuda o si lo saca de su depresión temporal, eso volverá. Por que cada día alguien le hecha un nuevo grano de basura a este parque. ¿A quien le importa? A nadie, por favor seamos realistas, la mejor forma de sobrevivir este mundo es siendo un lobo solitario, a nadie le importa, y lo peor es cuando quieres que a alguien le importe. Pero a nadie le importa, no eres nada. ¿O si? No se, no me importa explicartelo, solo te sustento la posición universal. De otro modo, el mundo seria un lugar feliz. ¿Pero dime por que escribo esto?
El lobo sale de su hogar corriendo totalmente solo hasta el horizonte. Allí mete un aullido y vuelve a correr, por que nunca encontrara el horizonte. Que triste, pobre lobo, pero a nadie le importa. ¿Quien lo detiene y le explica, “hey amigo, no hay horizonte.”? ¿Nadie cierto? Por que a nadie le importa verlo correr. Por que el solo pasa, y el mundo sigue en camino, pero nadie, nadie, nadie quiso perder el tiempo como para explicarle a esta pobre bestia que esta buscando algo inalcanzable. La felicidad es este horizonte.
Pero antes de finalizar quiero demostrarte otra cosa, querido lector, quien probablemente no terminaste de leer esto por que no te importa.
A mi me importa. ¡Me importas! Y te quiero. Y aunque no se quien eres ni que estas haciendo. No se que clase de persona eres, ni por que lo eres. ¡Te adoro! Por que cuando quieres saltar de tu balcón 10 pisos hacia abajo yo estoy contigo, y yo te quito las ganas de saltar y te hago quedarte conmigo. Por que cuando corres en el desierto solo, y aunque no quieras mi compañía, estoy contigo, de alguna forma u otra, y aunque yo sepa que nunca llegaras al horizonte, te espero 50 metros atrás para poder divisarte como si tu hicieras parte de el, para que sepas que te veo feliz y que si te sigo, aunque no lo sepas, es por que me importas y por que te quiero ver feliz. Y cuando botan basura los demás, así no sea mi trabajo paseo por tu campo de noche sacando cada pedazo de excremento que estas personas dejaron sobre ti. Y no lo entiendo si eres tan bella, ¿Por que te hacen eso? ¿Y aun dejas que pisen tu césped? ¡Dios, un trabajo interminable! Pero siempre tengo la misma excusa, ¿A donde vas? Iré a caminar un rato de noche. ¿Y esa bolsa? Ah, ¿Esta? Pues digamos que es mi compañera. Mientras me hacen malas caras y me preguntan. ¿Para que malgastas tu tiempo? ¿Para que malgasto el mío? ¡Para que malgastas el tuyo! Y aunque a mi me importes y quiera cuidarte, así tu no quieras que yo lo haga y yo no te importe en absoluto, quiero que sepas, que a mi no me importa que a ti te importe. Por que eso es realmente lo único que no me importa. Ya que siempre andas igual, sin importarte, y sin yo importarte, aunque me ames, o digas de amarme, aunque yo realmente sepa que no me amas, nisiquiera me quieres, quiero decirte que no me importa, tu realmente no me importas, aunque igualmente te adoro, te cuido y te protejo. Quiero que sepas que no me importa lo que te importa, por que de importarme lo que te importa no me importaría importarme, nisiquiera me preocuparía por que me importarás. Pero a nadie le importa importar hasta que son importados, y los que no somos importados por nadie no queremos que nos importe, ya que nos importan algunos lo suficiente como para poder importarnos todo. Y si todo nos importa, es por eso que somos miserables, por que siempre nos importa verte bien. Pero nunca nos importa vernos bien. Igualmente eso no importa por que eso a mi no me importa, y a ti no te importa y si no nos importa no hay por que discutirlo, por que acá lo único cuestionable es si realmente nos importa. Pues no, no nos importa, pero te amo.

viernes, 7 de enero de 2011

Al Horizonte

A la luz de la luna, un viejo llanero sentado en la arena con su guitarra, junto a una hoguera, trovaba la leyenda de un hombre. Un cigarro en su boca lentamente se desvanecía con el cantar de cada verso. A su alrededor, tres niños, sus hijos, estaban perplejos ante el relato. Cada uno acercaba su cabecita para escuchar con más claridad.
Sorprendidas igualmente las estrellas en el negro cielo relucían y con mucho cuidado atendían al hombre. Todo alrededor del llanero se hallaba sumido en su historia, hasta la arena se suavizaba por temor a desacomodar al hombre, pero sin importar que pudiese ocurrir, el relato continuaba.

…Les contaré acerca de un hombre, dicen que atemorizaba la noche con sus dos revólveres, dicen que conversaba con la luna, que su caballo - vestido de noche - no cedía el paso ni por un segundo. Identificado por su oscuro atuendo: sombrero, pantalón, botas y guantes, muchos le creían invencible, intangible, imposible, le mencionaban como si formase parte del viento, como si se desvaneciera con cada soplo. Un hombre temido y amado por sus historias… una de ellas es la de un pueblo sumido en agonía… En la lejanía, se encontraba un pequeño pueblo, su gente vivía atemorizada, los inaudibles pasos del sol recorrían sus calles y la luna era testigo de los espectros que invadían los rincones de la noche. Mensualmente una congregación de bandidos aterrorizaba a los pueblerinos, proclamaban la palabra de un líder asesino y juraban destruir a cualquiera que fuese contra la voluntad de su señor. No mentían, ya varios rumores habían asegurado que era cierto, las vidas que se negaron a creer fueron extinguidas, sangre derramada, la única forma de convencer a una sociedad de abstenerse a tomar rebelión.

Nadie le vio venir, no hubo hombre o mujer que pudiese identificarle, la paz fue interrumpida por un disparo y todos asomaron sus cabezas por las ventanas, preparados para honrar la vida de la pobre víctima. Nadie podía creerlo, en medio de la plaza, un hombre se encontraba parado firmemente con su majestuoso revólver apuntando al sol y su mirada fija en el piso. El tiro sólo fue una alarma, el hombre consiguió la atención que buscaba, y puso su revólver de vuelta en la funda. Alzó la mirada revelando sus helados ojos, una multitud perpleja rodeaba con su mirada al hombre, cada uno bajo techo, sólo uno tuvo el coraje de acercarse. Un pequeño niño de once años se aproximó al hombre, ya frente a él, se quedó con sus grandes ojos buscando los ojos del forastero que permanecía totalmente quieto. El misterioso bajó su mirada y se quedó observando al niño fijamente durante unos segundos, luego le acarició la cabeza. Una temerosa mujer emergió de una casa y protegió al niño entre sus brazos, mientras con disculpas se excusaba frente al hombre, éste la detuvo y le preguntó la situación del pueblo y así poco a poco cada habitante abandonó su refugio para detallar al hombre, todos asombrados y sin palabras, ni los intensos rayos del sol interrumpieron el asombro general, hasta que finalmente el alcalde decidió intervenir: “Buen hombre...” -intentó saludarle-, pero este le interrumpió. “¿Qué está sucediendo acá?” Dijo con una voz grave y firme, el alcalde le explicó entonces la situación del pueblo, le contó acerca de la privación de derechos, el robo de ganado e incluso, la ejecución de múltiples alguaciles. “Es por eso que desconocemos la palabra protección.” Dijo el alcalde, el hombre se quedó callado durante unos segundos hasta que finalmente le dijo. “¿Se dejan intimidar por una banda de niños? Son patéticos.”

En ese instante le dio la espalda al alcalde y se volteó hacia los pueblerinos diciendo: “¡Prometo librarlos de sus cadenas y devolverles la tranquilidad” …Nadie podía creer las palabras del hombre y ninguno respondió a su posición. “¡Pero a cambio de esto, ustedes me prometerán no dejarse oprimir más por esa banda de escorias!” Una persona comenzó a aplaudir dentro del público y luego todos se le unieron. Crearon el plan y éste consistía en que el hombre rompería la regla más preciada de los bandidos; caminar por el pueblo de noche. Una vez más la luna flotaba en el inmenso mar oscuro y el héroe se encontraba esperando el enfrentamiento. Montado en su caballo, cabalgó por las calles del pueblo hasta llegar de nuevo a la vacía plaza y esperó ahí por unos segundos. “¡Hago un llamado a ustedes, temerarios invasores!” gritó rompiendo la tranquilidad de la noche, antes de parpadear se encontró completamente rodeado por sombras, después vinieron las antorchas.
Entre la luz y el caos el hombre de negro se encontraba totalmente tranquilo. “¿Dónde esta su líder?” preguntó. Todas las caras sin expresión mantenían su silencio, de repente, una sombra apareció frente a él, era un hombre fornido que le respondió: “acá estoy” mientras sacaba una gran escopeta. El forastero bajó sus manos y rápidamente sacó sus armas apuntado al hombre que se encontraba frente a él.

Los ojos de los niños se encontraban ya cerrados y profundos en un lejano sueño, en un mundo de aventuras. La noche volvió a la normalidad, el hechizo de la historia había desaparecido. El hombre guardó su guitarra, sacó una manta y arropó a sus hijos; arrojó al fuego un balde de agua y se dirigió hacía un pequeño montículo de arena. Cuando se encontraba en la cima de éste, inhaló profundamente mientras cerraba los ojos, luego exhaló, al sacar todo su aire los abrió, pero esta vez eran totalmente fríos… de su gabardina sacó uno de sus majestuosos revólveres y apuntó al horizonte.

Palabras lindas

Para un mundo de preguntas. Mucha gente no las sabe hacer. Ni siquiera saben pedir favores. Muchos no saben hablar, otros no quieren aprender hablar. Un mundo lleno de palabras, palabras en los avisos, palabras en las noticias, palabras en los libros, palabras en las canciones y como sustento: las palabras que estas leyendo en este momento. ¿Pero que son las palabras? ¿Un conjunto de letras unidas que crean un significado optimo? ¿Una recopilación de signos sin sentido alguno para crear un sistema? Definitivamente las palabras son imposibles de definir. Todos los diccionarios se equivocan, no importan las palabras ni su significado, lo importante es su contexto.
La palabras tienen poder, un poder único que muchos no saben controlar, un poder que otros no saben que poseen, y finalmente un poder optimo y universal. Y si lo piensas, somos palabras, somos irracionales, somos un contexto indefinible. ¿Puedes definir a una persona? No, definitivamente no puedes, por que al definir una persona se puede ser tanto objetivo como subjetivo, pero un significado entero es totalmente ambiguo he imposible de crear, uno no puede capturar el aura. Y existen todo tipo de palabras: palabras serias, divertidas, feas, ofensivas, destructivas y lindas. Esta me dirijo a las palabras lindas.

ADVERTENCIA: el próximo material contiene altos niveles de agresividad, escenas obscenas y un lenguaje bastante brusco, proceda bajo su propio juicio.

En un mundo donde no existe el cariño, una continua agresividad llena a todos los seres. Nadie sabe nada acerca del cariño o amor. Un mundo sin Jesucristo, Siddharta Gautama ó Martin Luther King. La sociedad parece de estar podrida y los corazones de los seres al igual.

Ella gemía siempre que sentía el pecho de ese hombre que le dominaba sobre su espalda. Gritaba del placer que le causaba estos encuentros maldecidos. El movía su cuerpo armónicamente haciéndola temblar hasta los huesos. Ella gritaba como nunca lo había hecho, gloriosos orgasmos de placer que le hacia perder el control sobre su cuerpo y estimulaba perdidamente su cerebro. El con sus grandes manos la volteaba y bruscamente se lanzaba a besar sus labios. A ella le fascinaba su forma de poseerla. Su corazón se aceleraba fuertemente queriendo salir de su pecho. Luego de durar unos minutos pegado a su boca el se separaba y se lanzaba a sus senos. Ella agitaba su cabeza de lado a lado tratando de aguantar el placer que este le causaba. “Ooooh! Si! Muestrame de lo que estas hecho!” ella le gritaba. El continuaba en su trabajo silencionsamente. Ella le golpeaba los hombros en excitación. Luego este soltaba sus pechos y retiraba sus labios de estos. Levantando su cuerpo y acostando el de ella en la cama, el procedía a finalmente hacerla de el. Abrió la piernas de la muchacha de par en par he introdujo su pene en su vagina. Ella se desdoblaba de lado a lado agarrando la cama con sus afiladas uñas y descontroladamente gimiendo como nunca lo había hecho.

“A donde crees que vas” le pregunto ella mientras este se vestía. “No es de tu interés” le respondió el hombre mientras se abotonaba su camisa blanca. Esta respuesta siempre la enojaba. ¿Que podía hacer el que fuera tan misterioso he importante como para no poder contar? Y en un segundo pensamiento esto la excito un poco. “Deberías quedarte un rato mas para seguir jugando.” le dijo ella en un tono persuasivo. “Podemos hacer mas cositas” añadió mientras acariciaba su esbelta figura hasta llegar a uno de sus pezones cual lentamente comenzó acariciar. El la miro durante unos segundos. Sus ojos fríos, su mirada fija. Lentamente observo el cuerpo de la mujer, realmente era un cuerpo genial. Pensó en quedarse un rato mas y complacer el deseo de esta, pero la situación no le daba tiempo para seguir jugando. “Silencio perra de cabaret. Lo que te hice hoy considéralo como un favor.” le dijo en un tono tranquilo. Ya con su camisa abotonada y sus pantalones puestos el hombre procedió a salir del cuarto. “¡Eres un maldito hijo de puta! ¡Muérete! ¡Cabrón Malparido! ¿Quien crees que eres? ¡No eres nadie! ¡Eres un cerdo!” pero para el último insulto el ya se encontraba demasiado lejos y no lo pudo escuchar, tampoco le interesaba hacerlo. No era la primera vez que había jugado con una mujer.

Salió a la fría noche. A lo alto del cielo despejado le iluminaba un hermoso metal que aparentaba un color blanco. Durante unos segundos observo este, luego echó una pequeña carcajada y emprendió su camino. Por las calles se podían escuchar insultos por doquier. Caminó dentro de un callejón. Escucho un ruido detrás suyo y de la sombra aparecieron dos hombres. Uno de ellos portaba un largo cuchillo. Los dos lo miraban con sus ojos totalmente abiertos y de su boca saliendo una baba blanca. “¿Que quieren malandrines?” Preguntó el hombre de camisa blanca mientras los otros dos seres se le acercaban lentamente. No hubo respuesta. Uno de ellos saltó encima de el pero fue recibido con un fuerte golpe en la cara. Cayó al piso desmayado. Luego el del cuchillo se lanzo. Hizo una maniobra y le corto una parte de su brazo. Dio un salto atrás mientras el hombre se agarraba su rasgado brazo. Luego este volvió a saltar y apuntando el puñal a la cabeza del hombre este le agarró la muñeca con una fuerza increible. El ladron gritaba del dolor mientras sentía como los huesos de su brazo se fragmentaba. Finalmente soltó el cuchillo al perder el control de su mano y cuando este cayó al suelo el hombre le clavó su grande puño en el estomago haciéndole escupir sangre al agresor. Le arrojó a un rincón y continuó con su camino. Ya a pocos pasos de salir del callejón escuchó un sonido inclemente. Detrás suyo unas risas. Cayó| de rodillas contra el frío suelo. Con sus dos brazos intento sostener su cuerpo. Su cabeza cayendo al suelo le permitió ver la sangre. Lo que solía ser blanco se convertía lentamente en un vinotinto. Una lagrima cayó de su ojo. Los dos ladrones riéndose se acercaron al hombro y empezaron a requisarlo. Encontraron su billetera, sus llaves, su celular y otros objetos cuales sacaron de su bolsillo y guardaron en un maletín. El del cuchillo se paro frente al hombre herido y le sonrió. El hombre de tinturado con su propia sangre levanto la cabeza para ver a este sonreír mientras su compañero le gritaba que se fueran. El de la mano le mandó a callar y levanto su pie. Y lo aproximaba con fuerza hacía la cara del hombre. Luego todo era negro.

En su sueño vio borrosas imágenes de lo que parecía ser una mujer le decía “¡Tranquilo hombre! Ya te llevaremos al hospital. Vas a estar bien”. Dos grandes hombres le levantaban del suelo y lo ponían en una camilla. Dos luces, una roja y una azul que se alternaban le cegaban. Luego se encontraba dentro de un camión. “Estoy con usted” le dijo la mujer y fue lo ultimo que escuchó.
Un redundante “¡pip!” le despertó. Una maquina que chillaba le acompañaba a este estresante sonido. Un techo blanco encima de el con un fuerte luz amarilla. “Se ha despertado.” Afirmo la grave voz de un hombre.” Este le observó atentamente. “Cuénteme amigo, ¿como se encuentra?” Sus ojos no se habían aclarado del todo. Lentamente le volvía su visión. Los borrosos objetos progresivamente tomaban forma de nuevo. Miró el borroso rostro del hombre que le estaba preguntando acerca de su estado actual. “¿Quien putas eres?” le pregunto en un tono emperezado. Dudó en responderle por su falta de cortesía pero finalmente decidió decirle. “Soy el Doctor Restrepo. Pero la verdadera pregunta es ¿Quien eres tu? ¿Como te llamas?” el hombre que ya había sido herido por una bola que atravesó parte de su cuerpo respondió. “Yo me llamo Rodrigo.” Y el doctor lo miraba con lastima. -¿Podría saber su apellido maldito simio?- pensó pero luego realizo que le seria inútil razonar con tal hombre. “Esta bien señor Rodrigo. Le daré el pronostico medico. Una ambulancia fue llama por un desconocido a la siguiente dirección: Avenida King 145. Los camilleros le encontraron justo a tiempo, usted se encontraba en el suelo rodeado por un charco de su propia sangre y con las palabras ‘Triste chingón’ grabadas en su brazo. Le trajeron acá al Hospital del Noreste. Una de nuestras enfermeras le atendió y lo llevó hasta la sala de urgencias donde hicimos nuestro mejor trabajo para mejorar sus heridas. Recibió una cortada por un arma corto punzante por todo su brazo. Y un disparo con lo que supusimos por el tamaño de la bala que fue un Revolver Colt calibre 38. Usted es un hombre muy afortunado por no haber muerto. Recibió el tiro por.” Y Rodrigo le interrumpió “no es necesario que me lo diga, ya se donde lo recibí.” Abandonó su postura de sueño y se sentó en la cama. Se agarró con una mano su cabeza. “¿Duele señor Rodrigo?” dijo el doctor en un tono burlón. Este se volteó y con unos íntimidantes ojos le respondió lentamente tratando de mantener el control. “Escúchame bien hijo de perra, si te parece muy gracioso verme como estoy, quisiera ver como quedas después de que te meta la pata de esta cama dentro de tu culo. Ríete cabrón, ya que el que ríe de último ríe mejor.” El doctor paro su suave risa y se puso totalmente serio. “Eres un hijo de puta.” le respondió a su paciente. “Espero que tengas el coraje para hacerme eso en tu estado actual.” Bruscamente el herido levanto su brazo lastimado tratando de agarrar la garganta del doctor. “No sabes con quien estas jugando, niño.” y se levanto de la cama como si estuviera curado. Agarró su ropa sangrada que estaba en un tendedero junto a la cama y se puso su ropa interior y pantalones. Se quito la bata clínica procedió a salir del cuarto. “Parecería que estas bien, lamentablemente no lo estas, deja de hacerte el fuerte.” le dijo el doctor y cuando escuchó las palabras de este empezó a tambalear. “¿Ves? Ni siquiera puedes caminar recto.” Rodrigo volteó, sus ojos llenos de ira, apunto de estallar sin embargo mantenía su tono calmado. “¿Me estas desafiando?” preguntó y salió del cuarto cerrando la puerta fuertemente. Se preguntó donde estaba la muchacha que lo había atendido. Pero no había tiempo para eso, debía volver a casa.

Sus heridas sanaron con el tiempo. Todas las noches soñaba con la imagen de la mujer que lo había cuidado en la ambulancia. Deseaba conocerla, pero cuando volvió al hospital a preguntar por ella le dijeron que ya no trabaja ahí, ella había renunciado hace una semana y no se le podía suministrar mas información, nisiquiera su nombre. -Demonios- Pensó. “¿Y tu no podrías violar las putas reglas y decirme quien era ella?” le dijo en un tono impaciente y agresivo. Pero señora que lo atendía se indigno y le dejó hablando solo. “¡Gorda! ¡Maldita negra! ¡Ven y dime quien era ella!” le grito, y el esperó respuesta. Pero no recibió ninguna.
Caminando hacía su apartamento llego al mismo rincón donde le habían robado y disparado. Escucho como unas voces se mezclaban. Con atención realizo que eran tres voces y una pertenecía a una joven mujer pidiendo ayuda. Sigilosamente el se aventuró dentro del callejón y se encontró con una sorpresa. Los dos malandrines que le habían robado se encontraban amenazando a una jovencita. Ella lloraba y rogaba “Por favor no me roben, no se lleven mis cosas.” pero los dos ladrones solo se le acercaban a ella. El hombre vio como uno de ellos llevaba un cuchillo en su mano y recordó lo que le había ocurrido el día de su accidente. Saltó encima de este y con su mano aplastó su rostro contra el frío suelo. Le arrancó el cuchillo de su mano y se lo enterró en la nuca. Luego volteó hacía su compañero. “¡No! Grandísimo bastardo. ¡Era mi herma..!” pero la mano de Rodrigo ya se hallaba acomodada en la garganta de su adversario. La ira lo había consumido. “¡Muere maldita rata hijo de perra!” y apretó la garganta con una mano. Le levantó del suelo y este trababa de darle patadas cuales fallaba y cuando por fin la vida del ladrón expiró arrojó el frío cadáver a las oscuridad de la calle. La mujer mas asustada que nunca lloraba he imploraba por misericordia. El hombre cayó en una rodilla al piso y su mente le reprodujo todo lo ocurrido el día del accidente, con lujo de detalles. Observo la hermosa cara de la mujer que le había salvado, sus ojos azules, ese preciosa enfermera de uniforme blanco y pelo castaño. Cuando termino la película del accidente en su cabeza este se levantó del suelo. La joven todavía lloraba y rogaba que no le hiciera nada. El solo la miró. Su rostro totalmente quieto volteó y se fue. Ella todavía en shock al ver los ojos de su salvador se quedo quieta en el rincón para no exaltar mas el momento. No hubo agradecimiento alguno.
El salió del rincón seguido por la joven que dio paso rápido para alejarse de el. El ni la determino y lentamente se fue caminando por la calle. Caminó por varias tiendas. Ya la mayoría estaban cerradas por que se encontraba en tardes horas de la noche. Se detuvo en una de estas y miró la vitrina durante varios segundos. Vio algo que le pareció interesante. Era un letrero de color rojo con azul y tenía las iniciales A.F. Escritas en su parte superior. “¿Que demonios es esto?” se preguntó a si mismo, lo arrancó de la pared y guardo el letrero en su bolsillo. Continuó caminando hasta llegar a la entrada del edificio donde vivía. Saludo al portero y entró a su apartamento. Boto las llaves en su comedor y se sentó en una silla de este y sacó el aviso de su bolsillo. Las letras A.F. grabadas en la parte superior de la hoja le continuaban llamando la atención. Era la invitación a un concurso de insultos. -Claro, una maldita sociedad tan putamente vulgar como esta, no podía hacer una mejor competencia- pensó. Vio la cantidad de paga, que era bastante alta y decidió ir a este concurso.

Ahora se encontraba en un avión rumbo una isla, había quedado de segundo puesto localmente y fue invitado a participar en la final. La final tomaría lugar en una isla cerca a la Bahamas donde se encontrarían los mas vulgares seres de cada sección del mundo a ver cual iba a ganar la suma de millones. Se encontraba mirando la ventana. El avión se encontraba vació, solo había unos pocos asientos con un par de desconocidos. Toco el timbre por que se hallaba encima de el y al poco rato llego un hombre vestido de azafata. “¿Que putas quiere cabrón?” el volteó y lo miró con ojos helados. “¿Tienes un problema conmigo?” preguntó con un tono súper hostil. Con el puño en mano el mesero le preguntó “¿Quieres que te traiga algo? Ó ¿Prefieres traerlo tu mismo?” Los dos hombres se miraron fijamente hasta que el mesero se vio obligado a retirarse por sus labores.
-Alzado hijo de puta- Pensó Rodrigo. Cerró sus ojos y procedió a dormir, así fue como terminó su viaje.

Llegó a la habitación del hotel que se le había sido asignada. De su boca ya brotaba un gran río de sangre. Nunca espero tener que golpear al camarero cuando parase el avión. Claro que ninguno realmente perdió la pelea los dos fueron bastante fuertes y fueron detenidos después de que cada uno estaba realmente lastimado. Un par de miradas, tres o cuatro insultos, una parada de pelea y ya los dos se vieron destruyéndose mutuamente. Arrojó sus llaves a su mesa de noche, se quito la camisa, se dirigió al baño y busco el kid de emergencias. Limpió sus heridas y luego se hizo curación. Salió del baño y se acostó en su cama a descansar. Cerró sus ojos una vez mas. Despertó por el chillido del teléfono del cuarto. Intentó ignorarle pero este no dejo de sonar. “¿Aló?” preguntó aun con su mente en su sueño. “Rodrigo, tu primer duelo empieza a las 12:30 pm, debes ser puntual.” Rodrigo no tenía idea alguna de con quien hablaba en su oportunidad de averiguarlo le colgaron el teléfono. El imitó esa acción y procedió a dormir.

Se despertó a las 9:30 am. Se bañó, cambió y se fue al comedor a desayunar. Llego a un cuarto gigante lleno de comida y de muchas etnias diferentes. Habían Asiáticos, Ingleses, Alemanes, Franceses, Colombianos, Africanos, Italianos y muchos otros tipos de nacionalidades. Tal vez lo mas impresionante de esta escena era que ninguno se encontraba hablando. Todos tenían su ceño fruncido. Una multitud de ojos llenos de ira. Se sirvió la comida en uno de los platos apilados. Se sirvió diferentes platillos y se dirigió a una mesa. Se sentó en ella y comenzó a comer. Estaba tranquilo, se sentía bien, aun así los que lo rodeaban se podían ver un poco intimidantes, el no le comía cuentos a nadie. “¿What the fuck do you think you´re doing in my table?” Preguntó una voz grave en un tono bastante desafiante. Rodrigo solo miro hacía los hombros del individuo y le respondió. “¿Que quieres hijo de perra?” le respondió. “Yo no habló fucking espanol! You Fuck head.” y Rodrigo no pudo aguantarlo y le clavó su puño en la mandíbula. El hombre cayó al suelo y se retorció durante unos segundos en este. Mientras tanto Rodrigo lo detalló. Era un hombre musculoso, alto y de piel negra, sus músculos demostraban la disciplina que le había costado sacarlos. El abultado negro se levantó y le clavó un buen izquierdazo en el cachete derecho haciendo caer al suelo a Rodrigo. “The fuck with you pussy boy!” gritó el negro dejando el lugar. Rodrigo pensó en perseguirlo, pero decidió continuar desayunando, el negro tarde o temprano se la pagaría.

Su primer enfrentamiento fue contra un Venezolano. El encuentro fue dentro de un coliseo y un tribunal lleno de gente, los dos hombres sentados cada uno en una silla de madera, amarrados, los jueces tomarían la precaución necesaria para que no se derramara sangre. El hombre no tenía realmente un aspecto tosco, era mas bien un hombre flaco y con actitud desalentada. Comenzó el duelo y era el turno del venezolano. “Maldito comemierda, no eres mas que una ladilla, eres un pajuo.” el continuó insultando a Rodrigo hasta ser detenido por el timbre. Cuando Rodrigo agarró el micrófono cambiaron los papeles.

Al terminar con su contrincante Rodrigo decidió ir a su cuarto y dormir un poco. Estaba cansado y se acaba de esmerar destruyendo a un pobre Venezolano. Caminó hasta su cuarto pero algo lo detuvo en el camino hacía este. Un hombre se encontraba junto al ascensor lanzando una moneda al aire con su pulgar y cuando esta caía recibiéndola con la palma de su mano. Era un hombre de traje formal, con un sombrero cual sombra impedían la vista de sus ojos. En una mano un cigarrillo y la otra continuaba jugando con la moneda.
“He oído de ti, muchos te llaman el feroz” le dijo el hombre de traje formal. “¿Que quieres conmigo ?” preguntó de vuelta Rodrigo, había decidido guardar sus insultos para el concurso. “¡Stronzo!” dijo el hombre de traje formal. “Parece que ahora no vas a usar mas tus insultos” aclaró. Rodrigo no se había dado cuenta pero este hombre tenía un fuerte acento siciliano. “Solo vengo a proponerte algo, únete a nosotros, se nota que eres de polla dura, un hombre como tu nos serviría, en, nuestra, organización.” la ultima palabra la dijo en un tono seduciente. “¿De que estas hablando?” Preguntó Rodrigo. “Eres muy inocente pequeño,” Respondió el hombre en traje. “Mi nombre es Cesare Di Francesco. Vengo representando a la mafia Italiana en este concurso he escuchado que eres bueno, el mejor.” dijo el hombre mientras pauso unos segundos para darse una bocanada de cigarrillo. Luego continuó. “Fui enviado por mi jefe, el gran Raffaelle Ispani.” -¿Raffaelle Ispani? Ah, claro, ya lo recuerdo fue el organizador de la destrucción del Bronx, un temido assesino- Pensó Rodrigo y luego preguntó. “¿Que quiere tu jefe conmigo?” El Italiano rió y respondió. “El solo es un admirador tuyo, y quiere que tu ganes el concurso. Claro esta, que si ganas el concurso por nuestros medios te daremos un par de tareas a realizar, en el caso que no aceptes nuestra ayuda, nos aseguraremos de que pierdas el concurso.” y con una sonrisa en su boca el italiano burlón metió su mano dentro de su bolsillo. “¿Que clase de tareas?” preguntó Rodrigo en un tono bastante serio. “Eso no es importante” le respondió el italiano mientras le entregaba una tarjeta que había sacado de su bolsillo. “Acá tienes mis datos, puedes llamarme en un lapso de 24 horas si este tiempo pasa y no has llamado, mi jefe se encontrara muy indignado contigo. Y créeme, tener a mi jefe en tu contra, no va a ser nada bonito. Ciao, i vediamo presto, domani” y mientras hablaba le dio la espalda a Rodrigo y se dirigió a las oscuridades del hotel dejándolo solo.

Rodrigo entró al ascensor y se quedó pensando en los recientes eventos. -¿Por que me querría la mafia italiana?- se preguntó así mismo. Se acostó en su cama a pensar durante unos segundos los cuales se convirtieron en horas. Finalmente con sus ojos cerrados y en otro mundo, no encontró forma de apaciguar su conciencia.
Se encontró sentado en el lugar donde se hacía el concurso de insultos. Su contrincante frente a el con su cabeza volada en pedazos. Un profundo hueco en su frente y su atuendo chorreado en sangre. Rodrigo no se explicaba que pasaba. Se rascó su cabeza con una mano y alzó su otra mano. Sus ojos crecieron cuando vio que en su mano izquierda tenia agarrada un rifle winchester. Se paró de la silla y bajó su mirada para admirar su ropa llena de sangre. ¿Que estaba pasando? Miró al tribunal y todos estaban muertos. Comenzó a llorar, ¿Que rayos estaba sucediendo? Y vio como Cesare di Francesco entraba al cuarto aplaudiendo. “Si sabes hacer tu tarea perrito.” decía este en un tono de aprobación y moviendo su cabeza de arriba hacía abajo repetidamente. Luego Rodrigo se percató que había alzado el rifle apuntando a la cabeza de Cesare di Francesco. “No, no lo voy hacer, no puede ser. ¡NO!” y se escucho un redundante sonido.
En ese momento Rodrigo se levanto de su cama bañado en sudor. “¿Que rayos me esta sucediendo?” se preguntó a si mismo. De nuevo comenzó a cuestionarse si la propuesta de los Italianos era buena. En su sueño se había visto como bajo su mano morían aproximadamente 200 personas. Sin incluir a Cesare di Francesco que para el no era mas que un sucio animal. En su cabeza escucho las palabras de Cesare. -”Y creeme, tener a mi jefe en tu contra, no va a ser nada bonito.”- ¿Pero no tenía elección, sería obligado a unirse a la mafia Italiana. Volvió apoyar su cabeza en la almohada y cayó de nuevo dentro de su subconsciente.
Se encontraba sin camisa, de rodillas sangrando y llorando. Cesare di Francesco parado frente a el. Rodrigo intentó saltar contra el pero se encontraba encadenado. Las cadenas producían un redundante sonido. Sus manos intentaban alcanzar a Cesare, pero le era imposible agarrarlo. Este se paraba frente a el riendose. “¿No me creiste cuando te dije que tener a mi jefe en tu contra seria algo feo?” y botó una larga carcajada. De la oscuridad detras de Cesare, una mano le agarró suavemente el hombro, seguidamente una voz le decía. “El me ha decepcionado, y crei que me serviría de algo, pero nos ha demostrado que no tiene valor alguno, termínalo.” era una voz grave, tenia un tono autoritario. “Arrivederci voi borsa di schiuma inutile.” dijo Cesare mientras levantaba un revolver a la frente de Rodrigo. “Aveces es mejor aprovechar las situaciones, en ves de ser erradicado por ellas.” “¡NO!” gruñó por ultima vez Rodrigo antes de.
Despertarse de nuevo en su cama. Su corazón acelerado. El pánico y desespero se apodero de el. Se sentó en la cama y golpeó la mesa. La pequeña tarjeta de Cesare estaba junto a su puño. Le cogió entre sus dedos y la observo durante unos segundos.
“Bienvenido abordo.” Respondió Cesare por el teléfono con un tono complaciente.
Luego vinieron las tareas.

En la noche encontró en su cuarto una caja negra que tenía escrito en rojo “L'eredità” traducido a “La herencia” en español. Abrió la caja y dentro de esta estaba un traje negro, un revolver (el mismo que el había visto en su sueño) y una carta.

Benvenuto “all'eredità„
Signor Rodrigo

Es un placer darle la bienvenida a nuestra adorada organización. Llevamos mas de 20 años en funcionamiento y aun somos un secreto para la sociedad. Pero realizar esto no ha sido fácil y muchos han tomado diversas pruebas para ser aceptados en esta. Tu Rodrigo no eres nuestra excepción. Acá te mandamos un traje oscuro para que te camufles con la noche, un arma y una cordial bienvenida. De ahora en adelante esperamos que sus servicios sean de nuestra comodidad para no tener que sufrir, digámoslo así, accidentes. Mañana te enviaremos un celular por el cual recibirás tus tareas. Por ahora perdona que nos tomemos el atrevimiento de enviarte por acá tu próxima tarea a realizar. Necesitamos que esta noche elimines al contrincante que abatiste en tu duelo esta tarde. Esperamos no volver a saber mas de “El Venezolano” como se le conoce por aquí.

-Maggio l'orologio di signore sopra la vostra parte posteriore.

Rodrigo lo vio venir, el sabía que la mafia le iba a buscar como asesino. ¿Pero que sabía la mafia de el? ¿Habrán sabido lo que paso con el camarero del avion, el negro en el desayuno, del medico, o de los ladrones del callejón? De alguna forma u otra sabían que Rodrigo tenia agallas y nunca había temido de sus rivales.
Volvió a revisar la caja y encontró algo nuevo, parecía ser una daga. ¿Habra sido alguna equivocación? La carta no decía nada de ella. La agarró entre sus dedos y la desenfundó. Era un hermoso puñal con las palabras “L'eredità” grabadas por su hoja.

¡TOCK! ¡TOCK! Escuchó un ruido. ¡TOCK! ¡TOCK! De nuevo, -¿Quien diablos estaba tocando a la puerta?- pensó. Se acercó a ella y preguntó quien estaba afuera pero no recibió respuesta alguna. Solo de nuevo el mismo sonido ¡TOCK! ¡TOCK! Agarró el puñal entregado por La Herencia y lo puso en su bolsillo trasero. Abrió lentamente la puerta y vio que afuera no había nadie. Cerró la puerta y se dirigió a su cama. Agarró el teléfono del cuarto y llamo a nadie mas ni nadie menos que.
“Ché sig. piacevole Rodrigo di notte” dijo Cesare. “Necesito saber cual es el cuarto de El Venezolano” respondió Rodrigo. “Que falta de modales los tuyos Rodrigo.” Respondió Cesare riendo, “El Venezolano vive en el cuarto 709. Deberás entrar a su cuarto mas tarde en la noche. El cuchillo fue un regalo mío. Las armas de fuego no son mi estilo. Por eso te mando ese segundo recurso espero que te funcione.” y en ese momento Cesare colgó la llamada. Rodrigo entendió que no había nada mas de que hablar ya que nadie resolvería sus dudas.
Ya era media noche. Los perros aullaban a la lejanía. Rodrigo se hallaba frente al espejo con su atuendo puesto y el revolver en una mano y en la otra la daga. Una parte de su atuendo cubría la mayoría de su rostro, no lo podrían reconocer a simple vista. “Ya es hora” murmuró y salió del baño. Se preguntó si este hotel tendría cámaras, no lo creía pero aun así debía ser precavido. Salió de su habitación. Su cuarto se encontraba en el quinceavo piso mientras que El Venezolano estaba en el séptimo piso.
-¿Las escaleras o el ascensor?- Pensó. Probablemente el ascensor si tenga cámara. Si algún lugar en este hotel tenía cámaras, sin lugar a dudas sería el ascensor. Encontró las escaleras y empezó a bajar lentamente por ellas. No tenía prisa alguna. Cuando llegó al octavo piso se sentó en la escalera a pensar como haría esta tarea. No debía romper la puerta del cuarto por que así lo descubrirían. Pensó en todas las alternativas posibles y luego bajó al séptimo piso. Ahí se encontró con un pasillo totalmente a oscuras. Esto le facilito el paso por la oscuridad. Buscó el cuarto hasta encontrarlo. Esperó unos segundos frente a el. Miro por la ranura de la puerta y todo se encontraba a oscuras. Trató jalarla pero se encontraba con llave. Se sentó en el suelo y encontró una llave pegada a un papel negro. “L'eredità di prima generazione del ` Nono” Rodrigo no sabía mucho italiano pero entendió lo que quería decir, era la llave de un cuarto. Un hilo alrededor de esta llevaba a una etiqueta que decía “708”. Inmediatamente comprendió la idea y se fue corriendo a la puerta del cuarto 708. Este cuarto estaba junto al del Venezolano y de alguna forma debía haber alguna clase de conexión entre los dos. Llego a la puerta del 708, en una mano el revolver y en la otra la llave. Colgó el cuchillo de su atuendo ya que no le iba a ser necesario. Abrió lentamente la puerta del cuarto y entró sigilosamente. Afortunadamente estaba vació. En el escritorio del cuarto había una carta.

Bien hecho Rodrigo, si estas leyendo esto es por que has hecho bien. Ahora te explicaremos como infiltrarte dentro del cuarto de El Venezolano. Hay dos formas, una es quebrar la chapa con la punta de tu cuchillo, puedes hacer mucho ruido si intentas eso, mejor ve a la ventana. Ahí encontraras un pequeño salido. Suficiente espació para tu cuerpo. Sal por ahí y anda hasta la ventana del 709. Se sigiloso, abre la ventana y entra de ahí en adelante confiamos en tus habilidades.

Ciao





Rodrigo arrugó la carta y la arrojó por el retrete, así nadie la encontraría. Salió por la ventana, lentamente se pocisionó de tal forma que no se cayera a la calle. Lentamente movió sus pies hasta llegar a la ventana vecina y la abrió con mucho cuidado. Metió lentamente un pie y luego el otro. Caminó hacía la cama, donde se encontraba su víctima soñando. Rodrigo lo miró durante unos segundos, no podía creer lo que estaba apunto de hacer. Levantó el cuchillo por encima de su propia cabeza y alzo una rodilla a la altura del cuello de su víctima, contó hasta tres y perforó el corazón del hombre mientras su rodilla apretaba su garganta impidiéndole hacer cualquier sonido duro. El Venezolano intentaba moverse he intentó golpear a Rodrigo pero le fue inútil, pasaron segundos antes de que el pudiera atacar y finalmente abandonó su vida. Rodrigo se paró frente al cadáver, en su mano izquierda un cuchillo totalmente ensangrentado. Guardó el cuchillo de nuevo en su funda y prosiguió a abandonar la escena del crimen. Fue de vuelta a la ventana y miró a la calle, ¿Cuanto odiaba el tener que hacer esto? Y lentamente se desplazo entre ventanales. Caminó hasta su cuarto. Se acostó en su cama y con un trapo limpió su ensangrentado cuchillo. Cuando ya se encontraba listo para irse a dormir recibió una llamada.
“¿Aló?” Preguntó por la linea pero solo escuchó la voz de una maquina que le decía. “Buenos días señor Rodrigo, ya se nos ha informado de su deseo de cambió de cuarto, le pedimos el favor que lo haga lo mas rápido posible ya que el cuerpo de la víctima” esta parte le inquieto. “será encontrado pronto, su nuevo cuarto será el 607. Tiene una hora para mover todas sus cosas a su nueva habitación. Ciao”
Y ahí se colgaba la llamada, ese despido le aseguraba que la llamada pertenecía a La Herencia.

Así continuaron las siguientes semanas. Rodrigo participaba y su contrincante moría bajo sus propias manos en la noche, la policía nunca fue un problema gracias a La Herencia que tenía muchas formas de violar la ley y de proteger a sus miembros.

Llego la final del concurso. La gente ya desconfiaba de Rodrigo y le habían perdido el posible cariño que alguna vez pudieron sentir por el, ya no era respetado por nadie. Rodrigo que después de haber asesinado a múltiples personas se había convertido en un nuevo ser. El se sentía como si hiciera parte del edificio. Ya había visitado y, o trasladado a la mayoría de los cuartos de este. La Herencia había sido muy cordial con el, igualmente el también había cumplido con todas sus tareas.
Se sentó en su cama. Puso sus manos en su frente, bostezo, y seguidamente estiró sus brazos. Se metió a la ducha. Salió se secó y se fue a cambiar.
Ya preparado para ir a desayunar, se sentó en junto a su mesa de noche. -Hoy ya se acaba todo esto.- Pensó. Abrió la gaveta y vio como su revólver sobresalía y brillaba con gran intensidad. Lo agarró entre sus dedos. “Amigo, tu y yo tuvimos muchos momentos lindos juntos, pero ya ha llegado la hora de dejarte ir, por que La Herencia solo me quiere para este concurso.” Lo puso junto a su cabeza, apuntando a su oreja y dijo. “¡Bang!” y lo devolvió a su gaveta.
Minutos después sonó su teléfono. “¿Aló?” Preguntó. “Buongiorno, signor Rodrigo” Respondió una voz que el no conocía, y esta prosiguió. “El señor Cesare no se encuentra disponible, pero hoy le atenderé yo, recuerde que nosotros somos una asociación muy respetada. Recuerde que todos somos una unión, somos como los contextos, somos un gran conjunto de palabras formadas por un gran conjunto de letras que finalmente creamos lo que llamamos la unión para un propósito. Nuestro propósito es usted señor Rodrigo.” Esto le llamó la atención. -¿Que yo soy su propósito? Que querrá decir.- pensó. “¿Entiende señor Rodrigo?” preguntó la voz. Rodrigo ya había perdido el hilo de la conversación. “Si, si claro, entiendo.” respondió el. “Esta bien, veremos como le va esta noche, esperamos que se esmere de otra forma, sufrirá las consecuencias.” y se colgó la llamada. Rodrigo con el teléfono en la mano colgó la llamada y salió de su habitación. Bajó a desayunar y el comedor se encontraba vació. No tenía por que preguntarse acerca de esta situación. Se sentó y sintió como la soledad de apoderaba de el. Ya después de tantas tareas se sentía solo. Su sed de sangre se había vuelto insaciable y aun deseaba matar. Algo dentro de el lo llamaba, pero aun no sabía de que. Perdió el apetito, dejo servido lo que se supondría de ser su desayuno. Se encaminó al gimnasio, hizo su rutina diaria y luego volvió a su cuarto. Miró al reloj. -Son las doce del día- observó. Se acostó en su cama cerró los ojos y se adentró a un mundo nuevo, por ultima vez.

Se encontraba dentro de un desierto, con mucha sed, iba caminando bajo los intensos rayos del sol. Desesperado buscando un oasis donde descansar. Se vio en el suelo varias veces, afortunadamente evitando quemar su piel con la hirviente arena. Sin esperanza alguna. Totalmente solo. Rogándole a un ausento dios que le ayudase a salir de este enredo en el que se encontraba. Una tormenta de arena se avecinaba, mientras el vago cojeaba. Lentamente sus pies empezaron a hundirse en la arena y el pudo sentir como sus pies se quemaban con le calor del suelo. Cuando la arena ya estaba muy cerca el metió un grito. “¡AAAAAAH!” y luego se perdió dentro de la oscuridad generada por millones de granos de arena. Los podía sentir por todo su cuerpo, quemando y cortando como afiladas dagas todo su cuerpo. Con sus ojos entre cerrados y su cuerpo sangrando pudo ver y sentir como la figura de algo que aparentaba ser una mujer se le acercaba. Y su ojo entre el cerrado de sus párpados vio la silueta con su sensual figura. El podía jurar haberla visto antes. Esta compuesta de varios granos de arena se deshizo con la fuerte brisa, el trato de correr hacía ella, le podía sentir, algo lo guiaba hacía donde ella estaba. Luego sintió como unos arenosos brazos se aferraban de su cuello y tiernamente le abrazaban. Y el dolor le fue insoportable, pero a el no le importaba, cerca a ella sentía algo especial. Duraron unos segundos abrazos hasta que la poderosa ventisca lo levanto del piso y su degenerada ilusión se desvanecía dentro de la tormenta. Algo le detendría de tenerla en sus brazos. Ascendió por la tormenta y al llegar al fin de esta sintió como fue arrojado al vació como un muñeco de trapo.

Despertó en su cama con un visitante. Una sombra se acomodaba en el sillón del cuarto. Con los ojos adormilados y sin poder afinar su vista Rodrigo se levanto de la cama y entre sus dedos agarró el revolver. “¿Quien eres?” preguntó a la voz con un tono preocupado y sus manos temblando. “Tranquilo signor Rodrigo, soy yo.” era la voz de Cesare di Francesco. “Vine a darte tu ultimo apoyo antes de la hora que tanto hemos esperado. “¿Que hora es?” preguntó Rodrigo aclarando sus ojos con sus manos. “Eso no es importante, pero si insistes en saber cuanto falta para la final del concurso, solo faltan 2 horas. ¿Crees estar preparado?” Y Rodrigo no dio respuesta alguna luego Cesare prosiguió. “Este ultimo evento va a ser televisado a nivel mundial, recuerda que este es el evento mas importante del año, las Olimpiadas anuales. Y esta vez tomaran precauciones nunca antes tomadas.” Cesare sacó un papel del suelo, al extenderlo esto parecía ser un plano. “Esto, Rodrigo es el escenario del concurso. Sacó un pequeño muñequito de su bolsillo y lo puso cerca al centro del coliseo. “Este eres tu.” luego sacó otro y lo puso frente al de el, “Este es tu contrincante.” luego le mostró donde iría el publico y los jueces. “Ahora pon mucha atención.” saco un pequeño muñequito con forma de policía. “Este año el concurso va a estar planeado con una cantidad impresionante de seguridad, de acuerdo a lo ocurrido últimamente con los participantes.” Esta parte le heló la piel a Rodrigo, pensar que toda esta seguridad estaba siendo tomada por culpa de el. “Acá irá el jefe de policía y puso un soldadito junto a los jueces. “Por todo el publico habrán soldados.” y hábilmente iba poniendo soldado por soldado en cada grada donde estaría el publico. Y continuó hablando y posicionando muñecos hasta tener listo el escenario. “No veo a nadie de La Herencia en el escenario.” dijo Rodrigo. “Pues claro, tenemos uno solo, y el mas importante, y ese eres tu. ¿Para que queremos tener mas? Nosotros solo apareceríamos en caso de que algo salga mal. Pero Rodrigo ya había entendido, y no a partir de este momento, siempre lo había sabido, estaba solo y nadie le iba ayudar, del mismo modo que asesinó a toda esa gente, totalmente solo. “Esperamos que puedas entender por que te necesitamos solo en el escenario.” dijo Cesare, Rodrigo no pensó en pedir explicaciones el ya sabía que no las conseguiría. “Esta bien, ¿Que debo llevar al evento?” preguntó a Cesare. “Nada, absolutamente nada, todo esta craneado para que tu llegues y haya un revolver en tu puesto.” Rodrigo miró a Cesare con ojos sospechosos. “Esta bien.” respondió. “Ya he acabado mi trabajo señor Rodrigo, lo estaremos viendo en el escenario y preparados por si algo sale mal, que seria una lastima para usted, si sabe a que me refiero.” y así empacó el escenario y se fue.

El tiempo voló y ya era hora de ir al escenario. Ya totalmente vestido miró el chaleco de antibalas y se preguntó si lo necesitaría. Después de mirarlo durante varios segundos decidió dejarlo. -Si todo esta completamente lleno de policía ¿Que posible uso puede tener el chaleco?- y así salió de su habitación al ascensor. Dentro del ascensor habían dos hombres vestidos de negro con gafas de sol. “¿Para quien trabajan muchachos?” preguntó Rodrigo. “Somos agentes contratados para cuidarte.” Rodrigo los miró a los dos con lastima. El era demasiado fuerte para los dos. Pensó que era una ironía que las crías cuidaran al león. Le acompañaron hasta la limosina que lo esperaba en la entrada del hotel. Ahí entró el solo dejando atrás a sus guardias y le llevaron hasta la zona del concurso. Se adentró al coliseo. Recorriendo puerta por puerta a oscuras hasta ver la radiante sol del día por la entrada a la arena. Escuchaba a la gente exclamando, comenzó a sudar, se le pararon los pelos, empezó a sentirse ahogado. -¿Se merecía estar acá?- Visualizando cada víctima cada noche -¡Les quite el privilegio a los otros participantes de ver la final!- gritó dentro de sus pensamientos. Y sintió como la luz del sol cegaba sus ojos. Sus pies estaban caminando por si solos. Sus manos temblantes saludaban al publico. La gente exclamaba y gritaba fuera de sus cabezas. Podía escuchar a la gente aclamando su nombre. Ira y caos se escuchaba en sus voces. Llego hasta las escaleras. Hesitó durante unos segundos, el día había llegado. Tal vez muchos no entenderían que pasaría este día.
Se sentó en su respectivo puesto. Miró el micrófono frente a el. Abrió la gaveta del escritorio donde estaba sentado y ahí estaba el revolver. Lo sacó de la mesa y lo puso en sus piernas. Miró al escenario donde se sentaría su contrincante, vació. Suspiró. Recordó el día en que el negro lo golpeó a la hora de desayunar y también recordó la noche en la que lo degolló. Podía ver su cara completamente llena de sangre. Agitó su cabeza para dejar atrás sus pensamientos agitar su cabeza un poco, aclarar su mente. En ese momento las voces del publico empezaron a alterarse y el suelo comenzó a temblar. Una que otra botella tirada por el publico caía en la mitad del coliseo. La gente se estaba volviendo loca. El cerró los ojos. En medio del caos buscó la tranquilidad y la encontró. De un momento al otro todo a su alrededor todo cayó en silencio. El inhalo profundamente todo el aire que le fue posible y luego lo exhaló. Abrió los ojos y se dio cuenta que no había sido el, quien encontrase la armonía dentro de su cabeza. Todo el coliseo se hallaba en silencio, con sus bocas abiertas y muriendo de la impresión que les causaba ver al otro contrincante. Rodrigo no entendía que estaba ocurriendo y se levantó de su silla y apoyó sus brazos en la mesa. Golpeó la mesa con su puño y esperó ver quien era su contrincante. -¿Que esta pasando acá?- se preguntó con furia dentro de sus pensamientos. Luego empezó a sudar, sus ojos se abrieron de par en par y se sentó de nuevo en su silla, derrotado. Su contrincante tan solo se sentó con una elegancia propia de ella. Una elegancia que solo podía ver en sus sueños. Frente a el se sentó su figura de arena, la mujer de la ambulancia, la única persona que realmente le había interesado en toda su vida. “No, puede ser, no.” murmuró para si mismo.
Luego un altavoz anunció “En la esquina roja esta Rodrigo, un conocido concursante por tener una gran habilidad para humillar a su contrincante.” Y el publico gritaba enloquecido. “Y en la esquina azul se encuentra María, nuestra hermosa competidora que ha venido por el titulo de campeona, señores es la primera vez que vemos a una mujer en nuestra final. Esto es algo nunca antes visto. Pero esta vez cambiaremos la reglas.” -¿Que harán esta vez?- se preguntó Rodrigo. “Cada participante tendrá seis minutos para escribir en un papel que tienen dentro de su escritorio lo que le quieren decir a su contrincante.” terminó el altavoz. Enloquecido Rodrigo ignoró las demás instrucciones que el altavoz daba y comenzó a escribir. Nunca en su vida se había sentido tan inspirado, ni tan lleno de ira al mismo tiempo estando confundido. “¡Y el tiempo se ha acabado!” Gritó finalmente el altavoz sacando a Rodrigo del trance en el que se encontraba. -No malgastar tiempo fue una grandiosa idea.- Pensó. “Ahora los participantes dirán lo que escribieron, empezaremos por nuestro campeón Rodrigo.” Y el publico se enloqueció una vez mas, gritando con voces de ira y exaltación. Rodrigo agarró el micrófono con sus manos firmemente y todo el escenario calló en silencio. Sacó el papel donde tenía todo escrito y lo puso frente sus ojos. Miró a las cámaras que lo estaban grabando. Pensó acerca de La Herencia y de las consecuencias.
“Te amo” dijo con un tono vencido por el micrófono. Todo el coliseo se quedo en silenció.

Todas las casas por todo el mundo mirando el evento quedaron sorprendidas. Era la primera vez que una palabra así cruzaba por sus oídos. Pero algo era seguro, no era una palabra amarga, era una palabra que entraba como un dulce en su boca, que recorría sus cuerpos y le hacían temblar. ¿Que significaba esa palabra? Y que clase de magia tenía para producir esto a tanta gente en el mundo.

En ese momento el concurso ya había terminado. El hombre que una vez había sido un asesino, se había convertido en el propagador de la dulzura mas grande que un ser podría repartir. El hombre que llevado por la locura y la presión ejercida por unos desconocidos había llegado a destruir tantas vidas. El menos esperado, el mas duro, el mas agresivo. Y ahora todo se hallaba en silencio. Rodrigo comenzó a encaminarse hacía la mujer frente a el. Cada segundo era agonizante sin estar a su lado. Ya nada importaba, ese concurso, ni el dinero, ni La Herencia. Solo deseaba estar junto a ella y nada mas. Y ya estando a unos metros de ella escuchó un disparó en el aire. Volteó su mirada para ver que sucedía. Un hombre se encontraba parado con un revolver hacía el cielo, su mirada apuntaba hacía el suelo y sus ojos eran tapados por la sombra que creaba su pelo blanco sobre su rostro. Su ropa era totalmente negra. El hombre levantó su mirada y dentro de ellos solo se podía mirar la ira, la ira de los ancestros. La Herencia de un pueblo.

Y fue así, independientemente de que ocurrió en ese lugar luego de la llegada del extraño que se creó y propagó la primera palabra linda. Una palabra cuyas letras solas no significaba nada, pero unida significaba mucho. Una palabra con una magia de la cual después nacerían mas palabras y se utilizaría de diferentes formas y con diferentes significados. De la cual nacería una religión basada en ella. La cual dejaría atrás todas las demás palabras.