sábado, 21 de mayo de 2011

¿Donde se quedo la hoz?

“Pensando en ti me entraron estas ganas de escribir.
Pensando en ti encontre de que escribir.
Pensando en ti pude sentirme bien.
Pensando en ti apacigue mi alma
Pensando en ti me quede adormecido, atontado.
Pensando en ti se me volo el tiempo.
Pensando en ti no tuve tiempo para preocuparme.
Pensando en ti no tuve tiempo para pensarte
Pensando en ti se me volo la cometa, perdi el nylon, se me quemo la sopa, y me enrrede y cai al suelo.
Pensando en ti desee tantas cosas.
Pensando en ti olvide mi trabajo
Pensando en ti olvide mis heridas
Pensando en ti descubri el amor
Pensando en ti perdi el tiempo
Por que aunque pensara en ti se me volo el dinero.
¿Pero a quien le importa si estaba pensando en ti?.”

Y el poeta, que con una gran falta de rima en su poesía escribía estos versos mientras se sentaba a observar como se movía el agua por los canales de su ciudad. Estaba descalzo, con su ropa un poquito rasgada y con una vieja libreta en sus manos. En su mano yacía una pluma, con su tinta casi acabada. Fijó su mirada en el despejado cielo y suspiro. “El amor” se dijo así mismo. “es un sentimiento tan mundano.” y mientras hacia una antítesis de su sonrisa y sus palabras empujó la enorme roca que por medio de una soga amarraba su pie. Y así se adentro...

Despertó en su cama respirando fuertemente y bañado en sudor. “¡Que demonios! ¿Este sueño de nuevo?” se preguntó mientras despertaba de lo que parecía ser su pesadilla. Se encontraba muy agitado. Se sentó en su cama, cerró los ojos y sintió como los rayos del sol que ya se encontraba filtrandose por su persiana. “¿Que demonios?” se preguntó mientras su voz se quebraba y le recorrían por el rostro sus lagrimas. “¡Por que vienes a mi cada vez que no te necesito!” grito en medio del desespero. Afuera en la calle se encontraban unos niños gritando de la euforia y jugando con sus canicas. Este sonido le perturbo aún mas y agarró su cabeza entre sus manos tapando sus oídos. Juntó todo su cuerpo hasta quedar en posición fetal mientras las lagrimas drenaban su cuerpo. Se quedo recordando tiempos aquellos. Hasta que finalmente se quedó dormido de nuevo.

Se encontraba en un parque, un cielo azul por encima suyo. Este día le era familiar. Miro a sus alrededores y se vio totalmente solo. Aún estaba joven, nadie le interrumpía de su sereno descanso. Se sintió como entre el cielo y la tierra, a medio descansar, pero no era un sentimiento incomodo. Se sentía sin preocupaciones, tranquilo, como si nada pudiera interrumpirle de su constante descanso. Se acostó en el césped y continuó mirando al cielo. Derrepente sonó su teléfono celular. No tuvo prisa alguna y lentamente lo saco de su bolsillo, miro en su pantalla y atendió su llamada. “Si, okay, esta bien, ya voy en camino.” Lo que parecía que nadie le podría interrumpir se le desvaneció en segundos. No alcanzo a pararse totalmente del césped cuando ya se encontraba en casa de su madre. “¿Me llamabas madre?” le preguntó a la mujer que yacía frente a el. “Javier, ¿Donde andabas metido?” le preguntó esta y el se rehuso a contestarle. “En alguna parte mamá, en alguna parte.”
Luego como una ilusion este scenario se desvaneció y el vio como todo a su alrededor se convertia en polvo. “Yo pude ser lo que tu querias si tan solo me hubieras dejado intentarlo.” le murmuro a los recuerdos que el viento se estaba llevando.

Se levantó de la cama con sus ojos enrojecidos he hinchados. Esta vez no tuvo pregunta alguna acerca de su sueño. Se encaminó a la ducha, abrió la regadera y dejo que el agua le invadiera todo su cuerpo. Cerró los ojos y dejo que el chorro le cayera sobre su rostro. Cerró la ducha y salió del baño, no agarró toalla alguna. No había ninguna clase de tela que pudiera ocultar sus penas. Se encaminó a su cama con su cuerpo totalmente húmedo. Se sentó en ella junto a la mesa de noche é introdujo dos pastillas dentro de un vaso de vidrio. Estas empezaron a desvanecerse al tocar el liquido. Pastillas efervescentes. Ya no habían niños a su alrededor. Ya no habían voces ni sueños ni poetas ni rocas ni nada parecido. Lo único que había era el sonido que producía la pastilla que ya se encontraba desvaneciendose en el fondo del vaso. Se tomó las pastillas y comenzó a sentirse mejor. Fármacos, era increíble que tuviera que sostenerse a base de estos. Se quedo en su cama durante unos segundos con la mente en blanco, y prosiguió a cambiarse. Se puso encima un pantalón de drill, unos zapatos de material, una correa de cuero y su camisa, saco y corbata. Y así decidió salir al mundo. Su mente adormecida, casi drogada no le hacía preocuparse por donde caminaba, su cuerpo deambulaba sin rumbo alguno y sin necesidad alguna por las calles de la ciudad.
Miraba los carros pasar, las luces de parqueo de estos. Ya era de noche nuevamente y el no tenia donde ir. Un carro le paso por el lado y le empapó con pequeño tsunami de agua que una vez mas invadió su cuerpo. Este le dejó un poco aturdido y lo hizo adentrarse en la calle. Lo último y primero que vio al abrir sus ojos fue una intensa luz y frente a sus ojos y un letrero que decía “Calle 204” por encima, sus oídos no alcanzaron a percibir la frecuenta de la bocina cuando.
Quiso correr pero no esconderse. Aún era un niño, estaba jugando a las escondidas con sus amigos. Siempre le tocaba contar a el ya que no tenía un buen sentido de la orientación y se le dificultaba ocultarse. “10, 9, 8...” y así continuaba la cuenta regresiva. Sus amiguitos corrían por todo el parque buscando donde hacerse, unos se escondían bajo las escaleras, otros sobre el pasamanos, unos detrás de los carros y otros dentro del baño. Fuera donde fuera que se escondiera no importaba por que “3, 2, 1, Listos o no ¡ahí voy!” y así comenzaba de nuevo su búsqueda. Esta vez sin drogas en su cabeza y con sus ojos en alto. Comenzó a buscar a sus amigos. El sol fallecía por cada minuto de su búsqueda y el aún no se daba cuenta de esto. Buscó en todas partes. Bajo las escaleras, encima del pasamanos, detrás de los carros, é inclusive en el baño, pero era inútil, la única presencia que le acompañaba era la luna. Esa grande y esplendorosa reina en los altos cielos, que sin embargo no le prestaba cuidado al niño. Por que ella de ser niñera se había retirado hace mucho tiempo y había dejado en el olvido el amor al hombre. El daba vueltas y vueltas, buscando y buscando hasta que se encontró con algo que no buscaba. Un pitbull yacía mirando al niño, observando cada uno de sus pasos. Cualquiera que hubiera visto esta escena hubiera comentado “Pero que tonto, ¿Como se atreve a entrar al patio del señor Jackson?” Era el perro mas temido de todo el vecindario. Este le miró y le congeló el alma. ¿Que podia hacer un niño con una bestia? De su boca se expulsaba una baba blanca y viscosa. Odio, enojo y hambre se proyectaban por los ojos de la feroz bestia. Los pantalones del niño te tiñeron oscuros, cosa que no le agradó al perro ya que se sintió desafiado. El niño sabia que no estaba en tu territorio, estaba asustando, tanto como para orinarse en sus pantalones, tanto como para llorar y suplicarle a una feroz bestia por su salvación. El perro comenzó a gruñir y el niño envés de reaccionar cerro los ojos y sintió como sus ojos se llenaban de lagrimas. “A, A, Ayuda” Fueron las únicas palabras que salieron de su boca pero no había nadie cerca a el y el lo sabía. En un intento desesperado se volteó y comenzó a correr, esparciendo pequeños rastros de su orina por todo el patio. El perro cuya expresión nunca había cambiado empezó a ladrar y a perseguir al niño. El intentaba correr pero el perro era mas rápido que el, en un momento intentó voltear a ver donde se encontraba el animal pero le fue inutil, ya que cuando este fue a voltear la cabeza sintió en su espalda como el peso de tres sacos de papa y 32 afiladas puntillas caían sobre su cuerpo. El niño no alcanzó a caer al suelo cuando sintió como su hombro derecho era desgarrado por los afilados dientes.

El veía la sangre. No podía respirar bien pero escuchó como el un hombre de bata blanca decia. “Pero si es niño.” sentía desespero por toda su piel, se sentia secó, lastimado, y degradado. ¿Por que tenian que sacarlo de su hogar? Entre muchas luces pudo detectar la cara de un hombre que empapada en lagrimas y con una gran sonrisa le observaba. Pudo mirar a una mujer en una cama, ella se encontraba totalmente agotada pero de alguna forma u otra con ganas de recibirlo entre sus brazos. Sintió el extraño deseo de querer estar con ella. No sabía quien era ni por que, nisiquiera imaginaba que era lo que le causaba este sentimiento. Luego vió como dos pedazos metálicos se acercaban a el. Veía como sin autoridad alguna el hombre de blanco agarraba un afilado instrumento y proseguía a contarle una parte de su cuerpo. Llorar y patalear le fue inútil ya que el hombre estaba decidido. Lo agarró entre sus mano.

Tembloroso, asustado, así se abrieron sus ojos. Una vez mas fue obligado a presenciar la muerte de otros. Desesperado, con su cara seca de tantas lagrimas escondió su cabeza entre sus piernas y se quedo inmóvil. Si tan solo pudiera el hacer algo. Hacer algo por todos ellos. Pero definitivamente la muerte era constante y el no podía cambiar su trabajo.

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