En el cielo yacía unas lamparás redondas cuales iluminaban los bordes de la celebración con la realidad. Todos bailando en la oscuridad formaban una fogata con los mas hermosos pigmentos, las auroras boreales perfectas, el arco iris inigualable, las nebulosas mas lejanas. Vio como un cuerpo se movía, volteó su rostro haber quien era y ahí, frente a el se encontraban, en su cara un antifaz cual haría imposible reconocerla si no fuera por esos hermosos ojos color miel y el tono de su piel. Se perdió una vez mas en sus ojos ahora todo parecía cierto hasta que despertó. Todo estaba oscuro, había dormido todo el día y ahora se vería obligado a caminar en la noche. Tenía mucha hambre. Se dirigió hasta su nevera, comió lo primero que encontró y sin siquiera darse un baño se encaminó hacia el bosque. Esta vez no cometería el error que antes había cometido, esta ves amarro un nilón en el árbol que le daba su bienvenida al bosque. Se aventuró una ves mas dentro de este. Nunca se había sentido mas asustado. Por mas que ya hubiese recorrido este en estados consientes diferentes pensó que era una locura hacerlo pero no podía detenerse, había perdido su voluntad, algo le jalaba adentro, cada ves mas dentro del bosque. Escuchó en la distancia lo que aparentaban ser instrumentos. Una hermosa melodía. Continuó su caminó, la música se intensificaba. Cuando ya empezó a sentirse cerca del lugar de origen de esta vio como una pequeñas lamparas redondas colgaban de un delgado hilo de los árboles frente a el. Lentamente se acercó a ellas, se escondió detrás de un gran tronco y observó la reunión que ya se hallaba frente a sus ojos. No podía creerlo, era su sueño, su sueño vivo, los colores, los antifaces, el baile, y pero faltaba algo, no podía encontrarla a ella por ninguna parte. La busco desesperado pero no la encontró. Decidió invadir la fiesta y al hacerlo todos los rostros se voltearon a verlo y como humo volaron en la oscuridad de la noche. Se desvaneció la música, la decoración la música y su esperanza. Cayó de rodillas al suelo no podía creerlo. Pensó en otra oportunidad, lo intentaría la próxima noche y engañaría a esas criaturas para que lo aceptasen dentro de esta. Con poca esperanza pero con una idea en la cabeza, corrió de vuelta a su cabaña. Antes de entrar en ella volteó miro de nuevo al cielo y en el horizonte en este yacía el nacimiento del nuevo sol señero. Cuando ya se encontraba dentro de la cabaña busco dentro de su equipaje para ver si había empacado su smoking. No se encontraba. No importaba como encontraría uno, una nueva esperanza se apoderó de el, dentro de algún armario de esta casa abandonada podría haber uno escondido. Esculco todas partes, sin éxito, desesperado. Se sentó en su cama y empezó a cuestionar su nueva idea. Aclaró su mente, algo dentro de su corazón le apretaba su esperanza y no la dejaba ir. Repentinamente recordó el altillo. No lo había revisado, no todavía, subió las escaleras de este y se encontró una vez mas frente a la imagen de su amada. La ignoró, aunque le dolió hacerlo pero no había tiempo que perder. Encontró el armario y al abrirlo como un regalo del cielo encontró la pieza completa del vestido. El smoking negro, con su antifaz blanco, lo saco de este y se lo probó. A la perfección, rió hasta mas no poder, esta era su noche. El día se le hizo eterno hasta que la noche por fin se dignó a aparecerse. Miró por su ventana, totalmente rodeado de oscuridad. Sonrió, estaba muy emocionado. Primero comió. Si la idea en su cabeza era acertada esta seria su última cena, aunque no le importaba que fuera así. Cenó, lavó los platos y luego se dirigió al baño. Se cepillo los dientes y se metió en la ducha. Dentro de esta se empezó a sentir mas y mas seguro. -Nada puede salir mal esta noche- Pensó y cuando termino de asearse. Se vistió, observo el reloj, eran las once y media de la noche. Ya casi es media noche debo apurarme. Cuando ya estaba listo salió de la cabaña, cuando se encontraba en la puerta miró por ultima ves la cabaña antes de irse. Cerró con todas sus fuerzas, escuchó el crujido de la puerta al cerrar. Una lagrima se escapo de sus ojos. En su rostro una sonrisa. Corrió hacía el bosque, totalmente ciego de cualquier peligro dentro de este. Era lo último que pensaba su cabeza en ese momento. Ya varias veces dentro de este y nada le había ocurrido. De nuevo, a la distancia, escuchaba la música. Salvación a ti me acerco. Bajó el rendimiento del paso y comenzó a caminar. Ya podía tranquilizares, calmar su emoción. Sintió que algo le pesaba en el bolsillo, tal vez la exaltación de esta noche no le había permitido percatarse de aquello. De esté saco un gran tabaco y un encendedor, los dos con un color dorado, el tabaco en su envoltura y en encendedor en su cobertura. Empezó a intensificarse la música, la sentía a su alrededor. Cuando vio frente a sus ojos de nuevo ese vasto árbol sintió que algo dentro de su cuerpo se prendía, la llama de esperanza estaba viva, no era una ilusión. Ahí se encontraban las pequeñas lamparas redondas colgando, esperando. Se sentó en la base de este árbol durante unos segundos. -Adiós mundo- Pensó. Sacó el tabaco y empezó a fumarlo. Tuvo una idea, si el color de aquellos seres se disipaban con la noche el tendría que hacerlo también sino una vez mas seria expulsado. -Así es como funcionamos los humanos- Pensó, simultáneamente comenzó a regar su cuerpo con bocanadas de humo. Al terminar el tabaco se encontró rodeado por su humo. -Perfecto- pensó. Se puso el antifaz y entró. Todas las caras voltearon una vez mas, lo miraron por segundos. Este caminó tranquilo y seguro de si mismo. Aunque su color fuera el humo negro nadie lo rechazó esta vez y la fiesta continuó. Se sentó en una banca y miro al cielo. De nuevo observó los hermosos colores de este. Se sintió dentro de su sueño y junto a el se sentó alguien. Era un hombre. “¿Bueno muchacho, ya estas listo?“ preguntó. Su voz era celestial. “Nunca me había encontrado mas listo caballero.” y una mano le toco la espalda. “Me has hecho esperar” dijo una voz suave. Volteó su mirada y los vio. Esos hermosos ojos frente a el, no podía creerlo. Quedó estupefacto bajo su mirada. Ella rió y le ofreció bailar. Este no pudo responderle, había encontrado lo que tanto añoraba y la acompaño al área donde se encontraban todas las parejas. La cogió entre brazos y bailaron, su cuerpo se encontró cayendo en un pesado sueño. Se encontró unido en la hermosa fogata boreal, haciendo parte de sus espectaculares colores.Semanas después se encontró el cadáver de un hombre entre los arboles de un peligroso bosque. Un lugar cuyas leyendas le apodaban. “El bosque de las almas.”
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