lunes, 26 de abril de 2010

El Bosque

Se encontraba de viaje, había decidido alquilar una cabaña en los bosques, un alejamiento, un descanso de la sociedad. Esta vez había decidido viajar solo, a comparación de todas las veces. Se encontraba en su carro, escuchando música a todo volumen, cantándola con emoción y con una satisfacción interior. Tenía un buen presentimiento acerca este viaje. Aceleró cuando llego a las curvas. Iba a una velocidad impresionante. Observó los arboles desde su ventana. Cada uno pasaba mas rápido que el anterior. Cuando por fin llego a la cabaña lo primero que se dio cuenta fue de lo espaciosa que era. Era una casa totalmente enorme. Toda labrada de madera. Su material todavía se veía joven y estos detalles lo estimularon. Entró en esta, miró a su alrededor. Sintió una fragancia a hogar, se sintió como en casa. Se devolvió al carro y saco sus maletas, se dirigió al cuarto principal y desempacó. Mientras hacia esto un pequeño detalle le llamó la atención. Por afuera de su ventana un tenue pero hermoso resplandor se podía ver. Se levantó de la cama, miró al suelo durante 2 segundos y cuando se encaminó a la ventana a investigar de donde venia el resplandor este ya se había desvanecido. Fue a la cocina. Desempaco su maleta de comida. -Fui muy ingenioso, si llegaba a venirme sin comida. Me encontraría con la necesidad de volver a la civilización pero...” y no pudo acabar su oración por que cuando abrió la nevera esta se hallaba llena de comida. Todas parecían frescas. En el refrigerador había una pequeña nota colgada. “Que lo disfrutes” y tenia la firma de la compañía a la cual le alquiló la cabaña. Se sintió estúpido. -¿Quien lo creería?- se dijo así mismo. Volvió a su cuarto. Abrió las cortinas y se quedo mirando al bosque. -Estoy tan seguro que yo vi algo, no me van a engañar.- entonces cogió su pequeña lampara y se encaminó al bosque. En la oscuridad de la noche, lleno de curiosidad empezó a caminar, árbol por árbol, era todo lo que veía todo estaba lleno de árboles. ¿Pero que esperaba si era un bosque? Cerca de el sintió un perro aullar. Empezó a escuchar pasos por todas partes. Se puso muy nervioso, se sentía perseguido. Pensó en devolverse pero ya había perdido su camino. De nuevo el aullido del perro. Miró al cielo, la luna estaba completo. ”¡Que hermosa luna!” exclamó en voz alta para no sentirse perdido. ¡Pasos! Escuchaba las hojas crujir en el suelo. “¿Hola, hay alguien acá?” No, aparentemente no había nadie. “¡Ayuda!” se encontró gritando por auxilio pero sin respuesta alguna. Cuando por fin se rindió de buscar ayuda decidió dormir dentro del bosque. En un abrir y cerrar de ojos el apareció en su cama y ya era de día. Se paró de la cama inconsciente de la noche anterior. Miró por la ventana, la persiana se encontraba abierta. Recordó la noche anterior. “Estúpido sueño” se dijo así mismo. Se dirigió al baño, se cepillo los dientes, luego orinó en el baño. Continuó dialogando en su cabeza la noche anterior. -No, eso no fue un sueño, pero ¿como aparecí en mi cama?- tal vez de la misma forma por la cual había comida en la nevera. Decidió ir a mirar el resto de los cuartos. Todos estaban vacíos salvo por un altillo. Entró al altillo. Todo estaba lleno de polvo. Se encontró ahogado por este. Buscó el cuarto del aseo y empezó a limpiar el altillo. Primero barrió todo el piso, luego lo limpió con un trapero. Cuando terminó con el suelo, sacó un trapo y empezó a limpiar la mesita de noche dentro de este. Notó algo que no había visto antes, un porta retrato con la foto de una mujer. La bella niña se encontraba sonriendo en la foto. La miró con los ojos abiertos. Calló enamorado en el segundo que la vio. Tenía unos hermosos ojos color miel claros, pelo marrón oscuro, una preciosa piel trigueña y una sonrisa inspiradora. Cuando salió del trance en el que se encontraba, devolvió el retrato a su lugar y volvió a su cuarto. Estando allá se preguntó a si mismo quien podía ser ella. Quedo totalmente hechizado. Espero encontrar algo en la despensa y lo hizo. Abrió esta y saco una gran botella del vino. Luego saco una pequeña copa y se la sirvió completa. Tomo un sorbo. Bajo la copa y la puso en el suelo. Juntó sus manos. No había pasado el poco de vino que tenia en su boca. Lo de gustó durante un buen rato. Concentrado en la esquina, mirándola, no podía parar de hacerlo, estaba pensando en ella. Por fin tragó ese poquito de vino, y no se dio espera para tomar otro poco. Pensó en su incoherencia, como se iba hallar enamorado de una mujer que vio en una foto empolvada. No lo sabía pero ella continuaba invadiendo su mente, cada vez mas. Sin opción alguna, no lo iba a permitir. Si era necesario mataría la botella entera. Duró horas tomando de la botella hasta que esta llego a su fin, y con esta su cordura. Balanceándose salió de la casa. Sorprendentemente con un gran sigilo. Corrió hacía el bosque una vez mas, desesperado. Se agarró de los arboles, escuchó los animales, el crujir de las hojas, ya nada importaba, no sabía lo que hacía. Golpeó su cabeza contra un árbol. Todo se veía borroso. Continuó corriendo, empezó a escuchar música a la lejanía. Una luz blanca al final de los árboles, estaba ebrio pero todavía podía reconocer que los pilares de madera a su alrededor eran árboles. En su embriaguez llegó a un lugar cual con lo que aparentaba ser una decoración festiva. Una luz blanca, entre mas se acercaba mas brillante y cegante se volvía esta. Se encontró perdido dentro de esta. Parpadeo y apareció en su cuarto, con un pesado dolor de cabeza pero todavía ahí. Una botella vacía a su lado y una copa rota en el suelo. Todo lo demás le era borroso, no entendía que pasaba ni donde estaba. Cuando se aclaro su vista recordó todo lo que había pasado la noche anterior. Le entró melancolía, melancolía de no tener a la mujer que amaba, que ni siquiera había conocido. Recogió los fragmentos de cristal que se extendían en el suelo. Utilizó la luz cegante como consuelo, algo dentro de esa memoria le hacía sentirse bien. Se sintió cansado. Segundo a segundo mas desgastado, eventualmente cayó en un sofá fusilado. Tuvo un extraño sueño. Luces de todos los colores, hombres vestidos con smoking, mujeres con vestidos de gala. Cada uno tenía un antifaz que cubría su rostro escondiéndolos. Cada invitado tenía un color diferente que brillaba y se dispersaba tinturando el color oscuro de la noche, invadiendo su espació simulando ser humo. En el cielo yacía unas lamparás redondas cuales iluminaban los bordes de la celebración con la realidad. Todos bailando en la oscuridad formaban una fogata con los mas hermosos pigmentos, las auroras boreales perfectas, el arco iris inigualable, las nebulosas mas lejanas. Vio como un cuerpo se movía, volteó su rostro haber quien era y ahí, frente a el se encontraban, en su cara un antifaz cual haría imposible reconocerla si no fuera por esos hermosos ojos color miel y el tono de su piel. Se perdió una vez mas en sus ojos ahora todo parecía cierto hasta que despertó. Todo estaba oscuro, había dormido todo el día y ahora se vería obligado a caminar en la noche. Tenía mucha hambre. Se dirigió hasta su nevera, comió lo primero que encontró y sin siquiera darse un baño se encaminó hacia el bosque. Esta vez no cometería el error que antes había cometido, esta ves amarro un nilón en el árbol que le daba su bienvenida al bosque. Se aventuró una ves mas dentro de este. Nunca se había sentido mas asustado. Por mas que ya hubiese recorrido este en estados consientes diferentes pensó que era una locura hacerlo pero no podía detenerse, había perdido su voluntad, algo le jalaba adentro, cada ves mas dentro del bosque. Escuchó en la distancia lo que aparentaban ser instrumentos. Una hermosa melodía. Continuó su caminó, la música se intensificaba. Cuando ya empezó a sentirse cerca del lugar de origen de esta vio como una pequeñas lamparas redondas colgaban de un delgado hilo de los árboles frente a el. Lentamente se acercó a ellas, se escondió detrás de un gran tronco y observó la reunión que ya se hallaba frente a sus ojos. No podía creerlo, era su sueño, su sueño vivo, los colores, los antifaces, el baile, y pero faltaba algo, no podía encontrarla a ella por ninguna parte. La busco desesperado pero no la encontró. Decidió invadir la fiesta y al hacerlo todos los rostros se voltearon a verlo y como humo volaron en la oscuridad de la noche. Se desvaneció la música, la decoración la música y su esperanza. Cayó de rodillas al suelo no podía creerlo. Pensó en otra oportunidad, lo intentaría la próxima noche y engañaría a esas criaturas para que lo aceptasen dentro de esta. Con poca esperanza pero con una idea en la cabeza, corrió de vuelta a su cabaña. Antes de entrar en ella volteó miro de nuevo al cielo y en el horizonte en este yacía el nacimiento del nuevo sol señero. Cuando ya se encontraba dentro de la cabaña busco dentro de su equipaje para ver si había empacado su smoking. No se encontraba. No importaba como encontraría uno, una nueva esperanza se apoderó de el, dentro de algún armario de esta casa abandonada podría haber uno escondido. Esculco todas partes, sin éxito, desesperado. Se sentó en su cama y empezó a cuestionar su nueva idea. Aclaró su mente, algo dentro de su corazón le apretaba su esperanza y no la dejaba ir. Repentinamente recordó el altillo. No lo había revisado, no todavía, subió las escaleras de este y se encontró una vez mas frente a la imagen de su amada. La ignoró, aunque le dolió hacerlo pero no había tiempo que perder. Encontró el armario y al abrirlo como un regalo del cielo encontró la pieza completa del vestido. El smoking negro, con su antifaz blanco, lo saco de este y se lo probó. A la perfección, rió hasta mas no poder, esta era su noche. El día se le hizo eterno hasta que la noche por fin se dignó a aparecerse. Miró por su ventana, totalmente rodeado de oscuridad. Sonrió, estaba muy emocionado. Primero comió. Si la idea en su cabeza era acertada esta seria su última cena, aunque no le importaba que fuera así. Cenó, lavó los platos y luego se dirigió al baño. Se cepillo los dientes y se metió en la ducha. Dentro de esta se empezó a sentir mas y mas seguro. -Nada puede salir mal esta noche- Pensó y cuando termino de asearse. Se vistió, observo el reloj, eran las once y media de la noche. Ya casi es media noche debo apurarme. Cuando ya estaba listo salió de la cabaña, cuando se encontraba en la puerta miró por ultima ves la cabaña antes de irse. Cerró con todas sus fuerzas, escuchó el crujido de la puerta al cerrar. Una lagrima se escapo de sus ojos. En su rostro una sonrisa. Corrió hacía el bosque, totalmente ciego de cualquier peligro dentro de este. Era lo último que pensaba su cabeza en ese momento. Ya varias veces dentro de este y nada le había ocurrido. De nuevo, a la distancia, escuchaba la música. Salvación a ti me acerco. Bajó el rendimiento del paso y comenzó a caminar. Ya podía tranquilizares, calmar su emoción. Sintió que algo le pesaba en el bolsillo, tal vez la exaltación de esta noche no le había permitido percatarse de aquello. De esté saco un gran tabaco y un encendedor, los dos con un color dorado, el tabaco en su envoltura y en encendedor en su cobertura. Empezó a intensificarse la música, la sentía a su alrededor. Cuando vio frente a sus ojos de nuevo ese vasto árbol sintió que algo dentro de su cuerpo se prendía, la llama de esperanza estaba viva, no era una ilusión. Ahí se encontraban las pequeñas lamparas redondas colgando, esperando. Se sentó en la base de este árbol durante unos segundos. -Adiós mundo- Pensó. Sacó el tabaco y empezó a fumarlo. Tuvo una idea, si el color de aquellos seres se disipaban con la noche el tendría que hacerlo también sino una vez mas seria expulsado. -Así es como funcionamos los humanos- Pensó, simultáneamente comenzó a regar su cuerpo con bocanadas de humo. Al terminar el tabaco se encontró rodeado por su humo. -Perfecto- pensó. Se puso el antifaz y entró. Todas las caras voltearon una vez mas, lo miraron por segundos. Este caminó tranquilo y seguro de si mismo. Aunque su color fuera el humo negro nadie lo rechazó esta vez y la fiesta continuó. Se sentó en una banca y miro al cielo. De nuevo observó los hermosos colores de este. Se sintió dentro de su sueño y junto a el se sentó alguien. Era un hombre. “¿Bueno muchacho, ya estas listo?“ preguntó. Su voz era celestial. “Nunca me había encontrado mas listo caballero.” y una mano le toco la espalda. “Me has hecho esperar” dijo una voz suave. Volteó su mirada y los vio. Esos hermosos ojos frente a el, no podía creerlo. Quedó estupefacto bajo su mirada. Ella rió y le ofreció bailar. Este no pudo responderle, había encontrado lo que tanto añoraba y la acompaño al área donde se encontraban todas las parejas. La cogió entre brazos y bailaron, su cuerpo se encontró cayendo en un pesado sueño. Se encontró unido en la hermosa fogata boreal, haciendo parte de sus espectaculares colores.
Semanas después se encontró el cadáver de un hombre entre los arboles de un peligroso bosque. Un lugar cuyas leyendas le apodaban. “El bosque de las almas.”

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