lunes, 26 de abril de 2010

Libérame

“¡Libérame! ¡Déjame salir! ¡Deja de guardarme! ¡Inútil, sácame!”
Mi única respuesta era no, no, no. “No vas a salir, te vas a quedar donde estas.”
“¡Soy tu! ¿No puedes ser sincero contigo mismo? ¿Piensas ignorarme? ¡Libérame!”
A esto le había temido toda mi vida. A que por fin lograse salirse el demonio dentro de mi. La ira concentrada, tantos años guardando. ¿Perdería la batalla? Ya hace años deje ese yo en el pasado. Interesante, eso suelo decir cuando pierdo el control, interesante. Y muchos factores me hacen perder el control pero intento ignorarlos, empiezo a silbar, trato escapar pero es imposible. Ese dialogo interior todavía esta luchando. ¿Por que no terminan de una vez por todas? Desespero. Maldito desespero. Observó al rededor mío y no encuentro nada raro. Dentro de mi una llama encendida. ¡Quema mis adentros! ¡Quema mis brazos! ¡Quema mi alma! Y de nuevo vuelvo al caos. ¡Estúpida sensación! ¡Sálveme! ¡Que alguien me salve! ¡Me estoy quemando, me estoy retorciendo!
Golpeé la pared con mi puño desnudo. No fue suficiente. Volví a golpearla. No es suficiente. ¡Nunca es suficiente! Me encontré golpeándola con mis dos puños hasta que estos estallaron! La sangre marcada en mi pared. Sin palabras comencé a gritar. Desesperado. ¡Caos yo te maldigo! Continué golpeándola. ¿Por que jamas te acabas? ¿Que mi ira no puede perforarte? Y duré así durante 15 minutos, golpeándola, creyendo que el dolor de mis nudillos reduciría el calor dentro de mi. Continué gritando. Agarré mi cara con mis dos manos. Lo había dejado salir. ¡Control! ¿Donde estas maldito control? Te estoy llamando. Y cuando por fin pude controlarme me encontré apoyado sobre la teñida pared, llorando, sin consuelo alguno llorando. Llorando hasta deshidratarme.
De nuevo se despertó la llama. Aguanta, aguanta un poco antes de que se apodere de nuevo de ti. Pero una vez mas me llevo preso, y me vi obligado hacer cosas que deseaba hacer.
Entré en mi casa. De nuevo golpeé la pared. Destrucción, sed de destruir. Lo primero que se topó en mi camino fue un jarrón. Entre manos lo destruí contra la pared. Segundo un comedor. Levanté una silla y la arrojé sobre la mesa de vidrio. Y lloraba, mi corazón lloraba. Agarré la base y la bote contra el bar. Todas las botellas en la vitrina de este se reventaron. Era mi fin, a quien le interesaba el alcohol en este momento. ¿Puerta corredera de vidrio? Atravesada por mi puño. Muy dentro de mi, el poco de cordura que me quedaba rezaba por no encontrarme con ninguno de mis seres queridos. No era yo, yo no haría eso. ¿Computador? Chatarra en el suelo. ¿Raqueta de squash? Pared más fuerza iguala a destrucción. ¡Alguien agárreme de los brazos! No me quiero destruir. ¡Ayuda! Sáquenme de acá por favor. La ira, me controla. Y de nuevo perdí el poco de cordura que me quedaba y con todas mis fuerzas golpeé la pared una última vez. Por fin algo me detuvo, el dolor me desmayó. Un recuento de mi pasado. Desperté en mi cama. Llorando, antes de despertar ya me hallaba llorando. Recordé todo lo que había hecho la noche anterior. ¿Por que? Creí tener la fuerza para controlarme, tantos años de practica y tenia que suceder hoy. Entró al cuarto. Mi viejo amigo de la infancia. “Bueno, no se si ya se siente satisfecho, mire todo el desorden que ha ocasionado. Volvemos a los viejos tiempos ¿no?” Yo me quede callado mirando al suelo. Las lagrimas invadían mi rostro. “Si, yo conozco esa cara, crecí viéndola. Pero ya es un nuevo día.” En ese momento abrió las persianas y entro el sol. “Es un nuevo día, por lo menos ya sabemos que usted puede perder el control en cualquier momento. ¿Eso es bueno, no le parece?” Continuaba callado. Caminó alrededor mío. “Es triste verlo así. Es triste verle pagar una condena que usted no se merece” y continuaba caminando alrededor mío. “Fue mi culpa, no pude controlarme, me he fallado.” le respondí con un susurro. “Usted siempre se falla. ¿Por que no salimos? Necesita un poco de aire fresco, tal vez un poco de medicina.” En ese momento observé mis manos. No me explico como no me desangré. Me paré y este me abrazó. “¿Para algo me tiene no? Tranquilo todo va a estar bien.” De nuevo me encontré en lagrimas. Le abracé de vuelta. Desesperado, llorando. “Ayúdeme por favor, sáqueme de acá.” Me agarró del brazo y sin palabra alguna me saco de la casa. Me llevó a un parque. Nos sentamos en una banca frente a un lago. En este habían patos. “¿Quiere hablar de lo que ocurrió la noche anterior?” me preguntó. “No, evitemos el tema.” le respondí pero sabia que era inútil. “Vamos hombre déjalo salir.” Me respondió. Me quede callado durante unos segundos. “El pasado, recordé todo, reviví todo.” No lo miré al rostro. “¿De nuevo? ¿Cuando se piensa liberar de los fantasmas del pasado?” En ese momento me paré. Yo me hacía la misma pregunta. ¿Hasta cuando?
Empecé a caminar y este a seguirme. “¡Hey! ¿A donde cree que va?” continué caminando cada vez mas rápido. Me dejé llevar por mis pies, empecé a trotar, luego a correr, luego a escapar. No quería que fuera cierto. Nunca mas quería verme al rostro.
Cuando paré el se encontraba a unos metros de mi. Había corrido detrás mío. “¿Cuanto ha pasado desde la última vez que se había perdido dentro de usted mismo?” Volteé lo mire a los ojos. “Mas o menos nueve años diría yo.” le respondí. “Que interesante, ha pasado bastante tiempo. No es raro que este así.” me respondió “Estoy orgulloso de usted, duro muchos años sin dejarse llevar por esa bestia cual lo consumía tan continuamente cuando éramos niños.” Era cierto, tres años de psicología intensiva me libró de ese monstruo por tanto tiempo. “Recuerdo que los médicos nos explicaron de los altos niveles de adrenalina que sus arranques le causan. También los psiquiatras nos hablaron de la combinación mortal de sentimientos con rabia y adrenalina. Me pidieron que me alejara por mi propio bien. Pero acá estoy sano y salvo, y salvo de las muchas veces que lo viví, usted nunca me hirió. Siempre se causaba daño a usted mismo, siempre apartado de los demás para procurar no destruir vidas que no le pertenecen.”
Me quedé callado. Lo miré. “Yo conozco esa mirada. ¿A quien esta desafiando?” le sonreí y este se rió. “Esta bien, si no hay mas remedió.” Me dio una palmada en la espalda. “Pero esta vez no lo dejaré ganar.” y corrimos hacia el anochecer.

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