lunes, 26 de abril de 2010

Soñando

Lo último que recuerdo fue una luz blanca que cegó mis ojos. Todo a mi alrededor estaba blanco, podía ver como ese brillo me rodeaba. Había perdido la vista, y con esa mi camino. En este estado no podría caminar a ninguna parte. Decidí sentarme en el suelo un rato para ver que sucedía. Cerré los ojos cuando ya me encontraba sentado en este y cuando los abrí el brillo del blanco se había perdido no obstante, todavía me hallaba rodeado de este. Frente a mi pude ver una puerta, intenté abrirla pero tenia seguro. Decidí golpear la blanca pared y esta me reboto de vuelta al piso. No me había percatado que el blancor estaba acolchado. Intenté mover mis brazos y encontré por sorpresa que me hallaba amarrado. Una camisa de fuerza, que inconveniente. Comencé a gritar. No obtuve respuesta alguna. Frustración, la ira se apodero de mi y empecé a golpear las paredes con mi cuerpo, dándole cabezazos a la puerta y gritando desesperado. No recibí mas respuesta que mi propio eco. Empecé a llorar. ¿Por que me harían esto? Luego me quede dormido. Tuve un sueño bastante peculiar. Estaba sentado en la sala de mi casa. decidí encender el viejo televisor de mi abuelo. Ahí apareció un hombre y me pidió mi nombre, al decirselo este me dijo que yo era alguna especie de ángel y que debería dejar salir mis alas. De repente se va la señal. La pantalla se pone gris y empieza a sonar un pitido, un sonido muy agudo. Este invadió mi mente y llevo mi cuerpo al caos. Todo dentro de mi comenzó a hervir. Podía sentir como cada milímetro de sangre que surcaba por mi cuerpo lentamente quemaba mis venas. Me vi arrojado en el piso, con las manos en mi cabeza, desesperado. Con el poco de fuerzas que me quedaban me arrastré y desconecté el televisor. El agudo sonido lentamente se desvaneció. Silencio, divino descanso. Trate de ponerme de pie pero algo me retenía al suelo. La luz del sol invadió la sala de mi casa. Mi cuerpo empezó a retorcerse. De nuevo las quemaduras volvieron, pero solo invadieron mi espalda. Pude escuchar como mis huesos empezaron a retorcerse, a quemarse y de nuevo a reafirmarse. ¿Un milagro? Yo la llamo agonía divina. ¡Maldita soledad! ¿Donde esta la gente que dice que me ama cuando la necesito? ¡Por que no me despertaron de este sueño! ¡Maldito hospital psiquiátrico! Sentí como se me hicieron dos huecos en la espalda, uno en la parte trasera de cada hombro. Y lentamente empezó a salir un hueso, cada centímetro, cada rose con mi carne era totalmente doloroso. Sangre, mis brazos llenos de sangre. Mis hombros llenos de sangre, mis manos llenas de sangre. Sangre en mi cuello, en mi pelo, en mis ojos, en mi boca. ¿Quien me haría esto? Y ¡Plam! Salió el hueso entero. Era bastante largo. Luego tuve que experimentar el mismo proceso con mi otro hombro. Dos barras de calcio se hallaban fuera de mi espalda. Claro que me di cuenta de esto cuando desperté. Me desmaye experimentando medio infierno. Amanecí en el hospital. Ya no tenia puesta la camisa de fuerza sin embargo todavía me encontraba encerrado. Mi opresora se hallaba totalmente rasgada en pedazos en el suelo. Voltee a la puerta y la golpee con todas mis fuerzas. Sentí un extraño peso en mi espalda. Toqué mi espalda y me sentí como una corriente eléctrica pasaba por todo mi cuerpo. Voltee mi cabeza y pude ver como dos grandes protuberancias en mi espalda le daban salida a dos largas astas. Las agarré firmemente con mis manos sin importar el tormento que esto me causaba. Traté arrancarlas pero no pude. Grite desesperada mente y de nuevo me halle botado en el piso. Al observar mis manos pude ver como estas se hallaban chorreando sangre. Una multiplicación acelerada de células empezaron a crear una barrera protectora de carne viva encima de los dos huesos. Una vez mas me pregunte. ¿Quien era? ¿Donde estaba? ¿En que me había convertido? Pero no conseguí respuesta alguna a mis interrogatorios. Detrás mío escuche un “click” y una pequeña compuerta se abrió. Tenia un plato de comida. Estaba caliente. Dudé en comerlo. Era imposible absternerse el olor rodeo todo el cuarto. Se despertó mi instinto animal y salte a este y comencé a comerlo, como si llevase años sin probar un bocado. No voy a mentir, estaba exquisito. Aunque como yo lo había sospechado, era una trampa ya que apenas termine de comerlo, mas me demoré en poner el plato de vuelta en la compuerta que caer dormido en el suelo. Estaba volando, creía que era la realidad, podía volar. Surcaba por los cielos como un ave. Me encontraba sin rumbo alguno. Me dirigí en picada contra el suelo, intentaba planear pero a la hora de levantarme, mis alas no me obedecieron. Cerré los ojos para evitar el impacto y desperté. Cuando abrí mis ojos me di cuenta que todo había sido un sueño o eso creía. Me levante del suelo y pude ver como una pequeña gota de sangre caía en el suelo. Me pregunté si podía ser posible. Lo era. Toqué mi frente y pude sentir como mi mano se humedecía. Cuando la mire pude ver como mi mano se hallaba llena de sangre. ¿Pero cual es la realidad? Pude ver como una pequeña pluma calló en el suelo. Rápidamente voltee a mirar a mi espalda y ahí se encontraban. Dos grandes alas. Cada una tenia una pequeña porción de plumas. Aun me encontraba en el cuarto blanco. Desesperación. Miraba hacia todas partes y no encontraba nada. Que podría hacer, encerrado dentro de una cárcel. Continué soñando y aprendí como controlarlo poco a poco empece a tener mas dominio de mis sueños y aprendí a volar en ellos. Claro que me causaron muchas heridas en los primeros intentos. Mi ultimo sueño fue un largo vuelo, la dominación de los cielos. Observé todas las criaturas de dios por los cielos. Aterricé en una playa. Me senté en ella y observé el agua por un tiempo. Miré como el sol moría en el horizonte y cuando ya todo estaba oscuro me deje caer en la arena y quede dormido. Esta vez no desperté como de costumbre, en mi cuarto encerrado. Primero una vez mas una blanca luz me cegaba los ojos. Podía ver gente a mi alrededor. Observando, analizando, pensando y mas que todo preguntándose. Cada uno llevaba lo que parecía como una pequeña tabla, todos escribiendo. Me tenían amarrado. Una vez mas prisionero de fuerzas mayores. Seguía sin poder ver. Todo era borroso. Intenté gritar, pero no pude, mi boca se hallaba cerrada. No podía mover ninguna parte de mi cuerpo fuera de mis ojos. Todavía tenia la habilidad de pensar. Empecé a sentirme incomodo. Los hombres vestidos de blanco estaban tocando mis alas. Intenté moverlas pero fue inútil. Me inyectaron y me pusieron lo que parecía ser una mascara de gas en mi boca. Luché contra el sueño pero este me ganó. ¡Malditas Drogas! Veo las olas, ya es de día nuevamente. ¿Que debo hacer ahora? Pero si todo lo que pasa en el sueño es real, todo lo que pasa en la vida real es un sueño. Y en ese momento un interrogatorio entró en mi cabeza. ¿Como me veo en el sueño? Una pregunta que muy pocos se han hecho. Me acerqué al cristalino mar. Y por ese espejo pude ver mi nueva cara. No tenia ninguna cara, una mascara de metal cubría mi rostro entero. No podía creer que no me había percatado de tal detalle. Pero era obvio, uno omite demasiados detalles en los sueños. Una vez mas emprendí vuelo. Tuve una corazonada. Volé hasta encontrar una pequeña isla casi deshabitada. No había nada mas que una gran casa cual aparentemente había sido totalmente construida con metales. Ese gran Bloque de metal se hallaba posicionado en el centro de ella. Lentamente descendí y me paré al frente de una gran puerta. Tenia una etiqueta y esta decía “Armas bio-Nucleares.” Sin pensarlo dos veces patee la puerta. Todo se veía muy oscuro adentro. Busqué el interruptor pero fallé. Me encaminé a explorar dentro de la sala. ¡Un golpe! Escuche un golpe. El metal retorcido por la fuerza del individuo que hizo esto se podía escuchar por todo el edificio. El eco del golpe duró minutos en mi cabeza. ¡De nuevo otro golpe! Me deje llevar por el miedo. Escuche como se doblaba el metal de las paredes. Luego sentí ese gran golpe cerca mío. Corrí hacía la salida y al voltear pude ver como dos grandes puños se hallaban marcados en la pared al otro extremo mío. Encima de estos pude ver como los puños penetraban la pared una vez mas, rompiendola. Pude ver dos gigantes nudillos cuales retrocedieron y por el hueco que estos invadieron dos grandes dedos y con una fuerza sobre humana destrozaron la gran barrera metálica. Un hombre que media mas de dos metros entro en el cuarto. Era toda una mole, la figura de los dioses viva. Tenia un amplio pecho plano, sus macunados brazos, su voluminosa espalda, demostraban la colosal fuerza que poseía este individuo. Su cuerpo se encogía lentamente hasta su cadera donde dos mayúsculas piernas se exponían. Ahora si me encontraba asustado, la musculatura de este ser era inmensa. Aunque pude notar un detalle bastante peculiar. Su rostro se hallaba cubierto por una barrera metálica al igual que el mío. Estas mascaras se basaban en dos grandes cilindros al tamaño de la cabeza, tres pequeñas aberturas a cada lado de los ojos otorgándonos la vista. A diferencia de mi mascara la de el estaba labrada con una sonrisa diabólica. Esta se extendía por toda la parte frontal de la mascara. No se marcaban labios pero si unos dientes en forma triangular que iba desde la parte superior de la boca hasta la inferior. “¡Fuera!” exclamó este ser con una voz grave que sonaba casi robótica. Debe ser el protector de este edificio pensé. Por primera vez utilice mi voz. “¿Que eres?” Pude reconocer rastros de mi voz humana cuando hablé. Agaché mis alas. “Lo mismo que tu.” me respondió el gigante y se lanzó contra mi. Cubrí mi cuerpo con una de mis alas cual ahora brillaban color plata. El gigante la golpeo pero no les hizo ni un rasguño. Dio un salto y callo donde se encontraba antes, a unos 6 metros. “Por fin, alguien con quien medir mis habilidades.” De nuevo se lanzo contra mi he instintivamente con mis alas formé una ráfaga de viento que lo mantuvo alejado por unos segundos. “Me gusta el color plata de tus alas. ¿Sabes? Hasta ahora estas encontrando tu potencial, pero yo, yo ya lo controlo el mío a la perfección” Golpeó sus dos puños uno contra el otro a la altura de su pecho y estos se tinturaron de un color dorado. Luego golpeó el suelo y la tierra empezó a quebrarse hacia mi dirección. Se produjo un pequeño sismo y yo decidí elevarme del suelo, vi como debajo mío la tierra se separaba formando dos grandes grietas. Al extremo de la sala podía ver como este titán se reía. Una vez mas saltó en mi dirección y golpeó mis alas, el impacto me arrojó al suelo pude ver como pequeñas alas plateadas descendían al piso de la sala. Por el reflejo de estas pude ver mis ojos desafiantes y llenos de odio. Volé por encima del titán he intente quitarle su mascara. Con todas mis fuerzas lo eleve y este haciendo movimientos desesperados gritaba. “Suéltame, maldito pájaro.” Agarró la punta de una de mis alas y con su peso nos llevo a la tierra. Este cuerpo no sufría daños, eso me di cuenta en mis intentos de aviación. Quebrarlo era una opción, perforarlo era otra. Pero esperar que golpes externos le afectaran no era una opción, tampoco el cansancio. Me levanté del suelo como si nada hubiera pasado, enojado. No podía perder mas tiempo. Era la ultima opción. No quedaba nada mas que hacer. Retrocedí tres metros hacia atrás. Estaba nueve metros lejos de el, decidí correr dos de estos y en los demás emprender el vuelo mas rápido de mi vida. Al estrellarme con el golem se produjo el chirrido de dos metal estrellandosé. Salieron las chispas de estos. Lo abracé y con el impulso de mis alas nos encontramos pegados a la pared del salón. Mis alas tinturadas de un color rojo se hallaban enterradas por lado y lado en el cuerpo del gran titán. Lentamente derritiendo su cuerpo. “No, no puede ser.” Dijo antes de dar su ultimo respiro, me separé de el y vi como el ser mas grande que había visto en mi corta vida caía. Sus dorados puños perdieron su color y tomaron la apariencia de unos guantes de cuero, en los nudillos se hallaba grabada en una placa “Ex-982”. “Sistema de autodestrucción activado.” Agarré el pesado cuerpo y lo arrojé lo mas lejos que pude. Pude ver como el gran ser metálico estallaba en pedacitos a lo lejos. En ese momento desperté. Amarrado a una silla. “¿Que crees estas haciendo JF-906?” dijo un hombre que se hallaba a lo largo de una mesa de madera sentado, cenando. En la sala se podía oír como una alarma sonaba por todo el lugar. “¿Te crees lo suficientemente fuerte para desafiarme?” ¿Quien podía ser? “He llegado a evolucionar el humano por medio de la tecnología. ¡He creado un nuevo imperio! ¡Una nueva raza! Yo soy su dios! Yo soy tu dios. Tal ves en tus sueños te hallas en la maquina que cree para que pudieras sobrevivir. Pero ahora, indefenso humanoide. ¿Crees tener alguna posibilidad de vencerme?” Moví mi cabeza de lado a lado y por fin se aclaró mi vista. Era un hombre alto. Tenia una mancha en la parte inferior de su ojo izquierdo. La mancha se hallaba también en otro fragmento inferior de su rostro junto a la de su ojo izquierdo. “¡Obedece a tu líder!” grito con poca paciencia. Se acerco y me agarro del mentón. “Eres una obra de arte. Mi magnum opus. Es triste que tenga que me obligues a lastimarte.” En este momento su puño fue lo ultimo que pude ver antes de nuevamente despertar como mi otro yo. El pequeño fragmento que pude ver de lo que estaba ocurriendo con mi otro cuerpo fue corto y ahora esté se hallaba inconsciente. Recorrí por diferentes sitios de la estructura pero sin ninguna suerte. La alarma podía escucharse la misma que escuche antes. Desde la explosión del gigante no cesaba continuaba sonando. Me detuve en el corredor. Parecía ser el corredor principal. En el fondo de este se encontraba una gran puerta con perillas de oro. Pateé esta y me encontré en un comedor gigante. Dos hombres se hallaban sentados durmiendo. Uno amarrado de pies a cabeza, tenia dos largas y hermosas alas. En el otro extremo se hallaba el hombre que yo había visto en mi visión detrás de el una puerta de acero. Me acerqué a verlo cuando la puerta se abrió y de esta salió un hombre metálico. Era bastante parecido al golem y a mi ser. Su mascara tenia los mismos 3 agujeros en el área de los ojos. Lo suficientemente pequeños para ver, pero diminutos he imposibles de observar. Dos largos cachos se asomaban de la parte superior de su casco. Observe como todo su cuerpo era de un color dorado y brillante. “Te dije que no me dieras problemas, mira lo que me vas obligar hacer”.

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