lunes, 26 de abril de 2010

Nunca Terminado

Aprendí a reconocer sus garras. Así cada vez que estuviesen cerca yo podría alejarme. No estaba seguro cuando, ni como, pero algún día, yo me le libraría del poder de aquellas opresoras cuales me privarían de mi libertad. En un sueño pude ver la luz del sol, mientras atravesaba el túnel de mis perdiciones. Consecuentemente volví a ser empujado de vuelta al foso, a dormir en las oscuridades. Y pensar que todo ocurrió una noche de Abril en una caminata empapada de recuerdos. Todo estaba muy oscuro, era casi como estar dentro del agujero, todo era oscuro y en el extremo de la calle bajo una luz, la pude ver. Tenia el pelo negro, unos ojos que aparentaban ser dorados, unos bellos labios rojos, unos pechos firmes y una angosta cintura. Lujuria, maldita lujuria. Quede con la boca abierta, como todo hombre esclavizado bajo el encanto femenino. Todavía me cuestiono. ¿Quien no lo haría? Lentamente me acerque a la luz y aunque lo intente, era imposible abstenerme del deseo por saber de esa mujer. ¿Quien era? ¿Como se llamaba? ¿A quien esperaba? Nunca supe ninguna de estas respuestas. Lentamente mis pies empezaron a caminar hacia la luz. Su cabeza estaba disfrazada por la luz de la calle formaba un iris encima de su cabeza. ¿Donde habrá escondido sus cuernos esa noche? No lo se, y ese presentimiento que con tanta agresividad dentro mi me mente exclamaba ¡ALEJATE! No fue suficiente para detenerme. Un mundo paralelo me rodeaba esa noche, la oscuridad era mi refugio, mi protección mientras la luz me guiaría al eterno dolor. Paso por paso, fijo sus ojos en los míos y me detuvo. Fusilo mis movimientos y quede totalmente congelado. ¿A causa de que? Cuando por fin me libere de su hechizo me encontré a centímetros de sus ojos. A milésimas de su boca. Besó mis labios y se dirigió a mis oídos. “Vuela pajarito” y al escuchar su melodiosa voz caí al asfalto dormido. Muchas imágenes vinieron a mi cabeza. Un niño, lleno de desesperación, buscando a su madre. Un padre con mano de hierro. Amigos que no le guardan cariño o respeto alguno. Un columpio solo. Esos labios rojos. El brillante color de sus ojos. Y caí a tierra. Una vez mas desperté sin rumbo alguno. Solo en la noche, bajo la luz de mi destino. Afortunadamente me encontraba en una pieza. Revise mis bolsillos y saque mi cajetilla de cigarrillos, puse uno de ellos en mi boca, saque mi encendedor. Pero al prenderlo note que este llevaba un mensaje. Decía: “Vuela pajarito”. Un trance tomó mi cabeza. Alguien me había dicho esto antes.

1 comentario:

  1. Me gusta la última frase, piri.
    Muy dark, muy lonely, claro está, típico de sus escritos :)

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