lunes, 26 de abril de 2010

¿Loco?

Inmóvil, que mejor palabra para definir su estado. ¿Indefenso? ¿Patético? ¿Débil? Existen tantas palabras para definir su estado. Sus brazos uno amarrado contra el otro, sus piernas siendo sujetadas bajo una gruesa tela. Miró a todas partes. Decidió no gritar. Recordó ese constante deseo de no despertar amarrado luego de irse a dormir, imploraba que saber que era lo que hacía como para que tuviesen que amarrarle. No lo sabía, y ya lo había preguntando bastantes veces. Agitó sus brazos pero fue inútil, no funcionó, todavía se hallaba amarrado. Decidió cerrar los ojos para ver si esto le ayudaría a escapar, los cerró tan duro que lastimó sus párpados. No gritó por el poco de cordura que aun preservaba. -De nuevo, este lugar, prisión.- se dijo así mismo. Estaba aterrorizado, de un momento al otro comenzó a temblar. Las lagrimas caían por sus mejillas. Aun aguantaba, “no voy a gritar” una ves mas, “no gritaré ni hoy ni nunca” aguantando su ira. Miró frente a el como la perilla de una puerta se abría. Segundos, todo ocurría en segundos. Aprovechó y reviso el perímetro, nada sospechoso, como siempre, se encontraba dentro del consultorio pero no nada era sospechoso, todo era normal, tan normal que era desagradable tan normal que cualquiera podría volverse... Miró a la puerta, se abrió un poco. -Todo es mas lento- pensó, -Utilizare esto a mi ventaja- y empezó a mecerse en la silla hasta caerse en el suelo. -Soy tan asusto- Pensó, -Ahora no va a saber que yo estoy acá y tendrá que ir a buscarme-. Se rió para sus adentros. Pudo escuchar el crujido de la puerta al abrir, un sonido que le destruía toda paz interna. De nuevo se sintió en caos, atrapado. El sonido de los zapatos resonaba por el suelo de madera. Luego frente a el vio como las ruedas de la silla frente a el se se movían y luego volvían a su lugar. Unas piernas tapadas por un pantalón marrón le enfrentaron. Arriba en el pupitre podía escuchar como el hombre movía las cosas de este, abría cajones, cerraba cajones, movía carpetas, las sacaba, luego las guardaba. Esa uniformidad lo estaba volviendo loco. Dentro de su trance ignoró la voz del hombre, ya llevaba un buen tiempo hablándole. “¿Esta muy cómodo el suelo Andrés?” le preguntó con énfasis. -¿De nuevo, esa voz, por que esa voz, por que no alguien diferente, no importaba quien, por que no una voz pero un sonido, por que no un sonido pero una señal, como encender la luz dos veces, por que todo era tan ordinario?- se preguntó. Intentó arrastrarse por el piso pero no lo logro, el hombre del estudio sintió sus desesperados movimientos. “Te sientes intranquilo el día de hoy. Puedo notarlo.” le dijo suavemente casi murmurándolo. Lo aguantaba, con debilidad pero lo hacía, no iba a gritar, no a menos que. “Bienvenido una vez mas al hospital Andrés Rincón.” se encontraba todavía en el suelo, con los ojos totalmente abiertos, lagrimeando, -no puede ser cierto- pensó, -por favor, no, no, no por favor, no de nuevo, no me hagan esto- Todo se calló durante segundo. El único ruido venía del reloj de pared. Tick tock, tick tock, tick tock, tick tock, tick tock. Tick, tock, tick, tock, tick tock, tick tock, tick tock, tick tock, tick tock tick tock- en su mente era una excusa para distraerse continuar con la secuencia, una ronda mas. -Tick tock tick tock tick tock, tick tock tick tock tick tock, tick tock tick tock tick tock tick tock tick tock tick tock- Duró así hasta que el doctor apoyó su cara por el escritorio mirándole a los ojos. “Hola Andrés.” No pudo contenerse. Grito a pulmón puro, grito y grito, duro minutos gritando sin detenerse, con aire y sin aire, es lo mismo, se encontraba aterrorizado. Gritó hasta mas no poder. Y cuando se detuvo se halló llorando. No quería detenerse, quería continuar gritando, se sentía frustrado. Con su cara totalmente empapada se resguardaba en la soledad de sus ojos cerrados, intentando dormir pero sin tener éxito. Cuando abrió los ojos el hombre se había devuelto a su silla. “Lo hiciste muy bien Andrés, has mejorado.” esa voz era un depredador para el, debía escapar, pero se encontraba enjaulado y amarrado. De nuevo intentó moverse, intento dar vueltas en el suelo, imposible, era inútil. Empezó a golpear su cabeza contra el piso, de alguna forma escaparía y no importaba como, si era física o mentalmente, no quería estar ahí. Se golpeó hasta que por fin cayó en un pesado sueño. En su sueño se encontró en una extensa planicie, leves y frescas corrientes de aire. Montañas a su alrededor, un pequeño lago junto a una choza. Un carro dentro del garage de la choza, ¿Todo eso era suyo? No lo creía. Caminó hacía la pequeña casita campestre. Para entrar debía cruzar unas pequeñas escaleras de madera. Se encontro asustado, horrorizado por las escaleras, las miraba, esa madera, se podía ver como estaba totalmente podrida. Levantó su cabeza y la casa se torno verde musgo, empezó a envejecerse, cada segundo la hacía mas vieja. Después de un solo minuto, ya no había casa, era un terreno lleno de cenizas y recuerdos. “No te vallas, por favor no te vallas” le rogó a la casa cuando esta ya no se hallaba ahí. No, otra vez no, no por favor de nuevo no. Miró al cielo y grito una vez mas. En ese instante abrió los ojos, se encontraba acostado en un sofá. Ya no tenía la camisa de fuerza puesta, ya era libre a ser el mismo. Movió los brazos en el aire imitando a un pájaro. Comenzó aletear con toda su fuerza. -Voy a volar, voy a volar- en su cabeza repitiéndose eso segundo por segundo. Y al momento de emprender vuelo miro a su alrededor, se encontraba dentro del consultorio una vez mas. La ira se apoderó de el, empezó a gritar. “¡Saquen me de acá! ¡No tienen derecho alguno aprisionar un pájaro, dejen me salir de acá, entiéndanlo! ¿Hola? ¡Se que están ahí, dejen de esconderse malditos! Y mientras gritaba corrió a la puerta del consultorio trato abrirla pero estaba con llave, la golpeó, pateó, cabeceó le hizo su intento mas desesperado por ser liberado pero no funcionó. Puso los brazos en la puerta y se dejó resbalar hasta que cayó en el suelo. Llorando una vez mas. ¿Que podía hacer ahora? Se paró y se devolvió hasta el sillón donde se había levantado. Se acostó en el, se encontraba mirando el ventilador, observaba como sus aspas daban vueltas, se iban de un lugar y volvían a pasar por este repentinamente. Pensó en las faces de la vida. -¿Es el ventilador la vida de un humano?- se preguntó en su cabeza. En ese momento de nuevo entró el doctor al cuarto. “¿Te sientes mejor Andrés?” le preguntó “Hiciste un escándalo antes de irte a dormir, eres como un niño malcriado, llorando por no querer hacer algo, afortunadamente no te reventaste la cabeza, eso si hubiera sido un problema.” le hablaba sin mirarle a los ojos. El loco se encontraba mirando al suelo. Pensando en su sueño. El sol ya se estaba escondiendo. Empezó a temblar, dentro de el, estaba convulsionando, espuma comenzó a salir por su boca. “Deja de hacerte el enfermo, tu única enfermedad esta dentro de tu cabeza.” le dijo fríamente. Se sentó en su silla y se tomó una taza de cafe mientras disfrutaba del show. Cuando Andrés se detuvo este se paro de su silla, puso un taburete juntó a su paciente, lo acomodó bien en el sillon y se sentó en el taburete junto a el con un librillo a tomar notas. “Hola Andrés, ¿Como te encuentras?” Andrés le miró y por fin cedió. “Bien Doc, un poco alterado pero bien” le respondió. “¿Sabes que día es hoy mi viejo amigo?” No tenía idea alguna de que día era. “No, no tengo idea señor.” El doctor continuaba escribiendo en su libreta. “Hoy es tu revisión del mes, el 22 de cada mes vienes acá a que yo te revise, ¿Lo recuerdas?” No lo recordaba pero le daba igual, ya había pasado lo peor. Una vez mas cogió el sonido del reloj y este se apodero de el. Tick, tock, tick, tock, tick tock, tick tock, tick tock tick, tock tick tock, tick tock tick tock tick tock tick tock tick. Lo ponía nervioso, empezó a sudar.
“Te ves un poco mal, ¿me podrías decir que te ocurre?” y este empezó a mirar a su alrededor, se fijo en la hora del reloj, ya era de noche. Había ignorado este dato tanto tiempo. “Nunca estoy solo, quiero estar solo, pero siempre estoy acompañado, y aunque en el día no me moleste tanto, en la noche me asusta por que, ¡No la puedo controlar!” y el doctor se alteró un poco. “¿Que no puedes controlar?” este miró a su alrededor y de nuevo dijo “Mi seguidora, me persigue pero no me deja en paz. Le he rogado que deje de perseguirme día y noche pero no, no me responde, ella se hace que no puede hablar, pero no me puede engañar. La maldita no me quiere liberar. Y en la pared se podían ver las sombras de los dos hombres. Continuó “Me imita y hace todo lo que yo hago, quiere hacer todo lo que yo hago, no hay un solo segundo que me deje solo, eso es lo mas traumático, en el baño, ella esta ahí, en la ducha, ella esta ahí, en mis sueños, ella esta ahí, en el parque, en la playa, en la casa ...” continuó diciendo donde le perseguía hasta que empezó a gritarlo y el doctor se vio obligado a callarlo. “Aunque, si ella es ciega, yo soy ciego, y se como deshacerme de ella. ¡Apague la luz!” exclamó finalmente y el doctor se quedo mirándolo con el ceño fruncido. “Hágalo, ¿Qué espera? ¿No ve que no estamos solos?” El doctor preguntándose de que hablaba se paró de su taburete y se quedo mirándolo. “¡Por no lo hace!” le gritó desesperado, su voz rasgada y llorando. El medico se sentó de nuevo. “No veo el por que hacerlo. ¿Por que no lo hace usted?” y en este momento el paciente se quito su zapato y lo tiró hacia la bombilla en el techo. Oscuro, todo se encontraba oscuro, una vez mas. “¡Por que hizo eso!” grito el doctor sorprendido. “Ya estamos solo, ya no nos persigue, ella puede llegar a ser muy persistente doctor.” le dijo el paciente por fin aliviado. En la oscuridad el doctor apenas podía verlo. Lo poco que podía detallar era la cabeza de un hombre que dirigía su mirada al suelo. Todo había cambiado ahora, el psiquiatra se hallaba totalmente aterrorizado, aunque estas sensaciones le eran familiares se abstuvo de pedir ayuda. No era la primera vez que se encontraba con este hombre solo y lo había catalogado como inofensivo. “Doc, usted recordará por que fui enviado a este sanatorio.” la voz de su paciente había sufrido un cambio total, ya no era el mismo. “Y usted no quiso creerme cuando se lo dije, lo repetiré por última vez. ¡Yo no la mate! Fue ella, yo no fui yo no tengo nada que ver.” le dijo con un tono de voz bastante paciente y tranquilo. “No vas a responder. Es cierto, y nunca has podido creerlo. ¿Quien lo haría?” El doctor permanecía callado, en la oscuridad mirando, analizando. “Repetiré mi historia como siempre lo hago cuando vengo.” y totalmente concentrado empezó a narrar su historia y nada lo detuvo hasta que termino, totalmente concentrado, recordando y hablando y sufriendo bajo la gran sombra de su pasado.
Yo te lo advertí. ¿Por que no me creíste cuando te lo dije?

Me encontraba en un parque, era un hermoso día. Me senté en la banca roja frente al lago. Lo observé, la naturaleza, hermosa. Saqué de mi chaqueta un cigarrillo y lo encendí, apoyé mis codos en mis piernas. Estaba descansando. Inhalé un poco mas del cigarrillo. Me preguntaba cual era el verdadero significado de la vida. Era una pregunta constante, nunca desaparecía. Cuando termine de fumar me levante de donde me encontraba. Miré alrededor mío, me encontraba tan solo. Totalmente rodeado de personas pero cada una en su propio negoció. Niños corriendo, parejas besándose, hombres y mujeres leyendo, pero todos tenían a alguien junto a ellos, alguien a quien acariciar, alguien a quien amar. Me encontraba rodeado de gente. No conocía a nadie que me rodeaba. Miré al piso. Ahí mi silueta se encontraba sola, igual que yo. Decidí irme. Caminé hasta un cafe. Le pedí a la camarera un tinto. Me quedé pensando. Siempre pensando, ese es uno de mis grandes problemas, nunca dejo de pensar, siempre pienso y pienso y pienso y no hago nada mas. Muchas cosas no se deben analizar y aunque estoy consiente de esto, continuó haciéndolo una y otra vez. Miré en la pared del cafe y vi un reloj, su segundero andaba lentamente haciendo un suave Tick y un grave tock. Tick tock, tick tock, tick tock. El tiempo es una maldición, un castigo. Y no tuve tiempo alguna para darme cuenta ella a que horas se sentó frente a mi. Tenia en su mano una botella de agua. “Hola” me dijo muy tímidamente. Me quedé mirándola. ¿Por que se había sentado frente a mi? ¿Que hacía? ¿Quien era? “Hola” le respondí. “¿Te conozco?” no quería ser grosero, pero la curiosidad me mato. “Soy una persona, que se siente sola y le serviría un poco de compañía” Se sentía mal, estaba muy apenado. Fue hipnotizado por sus ojos azules, su piel blanca y su hermosa sonrisa, su esbelta figura. “Señor” una voz en la lejanía, “Señor” de nuevo, me estaba interrumpiendo, no quería quitarle el ojo de encima a la mujer de ojos azules, no quería perderla como había perdido todo lo demás. “¡Señor!” exclamo la camarera despertándome de mi trance. Le mire a los ojos a la mesera, tenia en sus manos la bebida que yo había pedido. “Lo siento señor, pero acá traigo su tinto” lo puso en la mesa y se retiró. Cuando devolví mi vista a la mujer esta se estaba riendo. “No te preocupes, yo lo tomo como un cumplido” se había dado cuenta que me tenía hechizado. Me sonrojé. Lo que quedaba de la tarde estuve con ella. Al otro día volví a recibir una llamada de ella para que nos viéramos. Y así continuamos hablándonos hasta que nos enamoramos. Después de salir constantemente con ella y evadiendo datos que no son importantes en mi historia terminamos viviendo juntos. Todos los días eran perfectos hasta esa noche en la que. Iba en mi motocicleta en la lluvia. Andaba a 100 kilómetros por hora en la carretera. Necesitaba llegar a casa rápido. Estaba muy preocupado. Y mientras me guiaba por las calles por las luces de esta y la de mi moto mi visión me traicionó y se me fueron las luces. Eterna oscuridad, esa que había reinado en mi cabeza en un distante pasado. Lo ultimo que recuerdo después de eso es haber sido golpeado por el lado, volado varios metros en el aire y haberme caído al suelo de nuevo. Sentía manos tocándome, gente hablando, unos gritando, otros opinando, otros llorando. Abrí los ojos y todo se encontraba borroso, trate mover mis manos pero no pude. “Se ha golpeado en la cabeza” dijo un hombre, “¡Esta lleno de sangre!” Intente moverme una vez mas pero fue inútil. Levanté un poco mi cabeza y de nuevo caí y la oscuridad me rodeaba una vez mas.
Desperté en el hospital. Me dolía la cabeza. Abrí los ojos y de nuevo todo se hallaba borroso. Restregué mis ojos con mis manos y se aclaró mi vista. Me encontraba en una cama. Mi cuerpo lleno de vendas. Toqué mi cabeza y también esta estaba rodeada por vendas. Me levanté de la cama y por poco pierdo el control. Era difícil mover mis pies. Caminé y me resbalé mientras lo intentaba. Llegué hasta la puerta y la intenté abrir. No pude, tenía el seguro puesto. Golpeé la puerta hasta que llego una enfermera sobre la cual dejé caer mi cuerpo y esta aguantó todo mi peso. “¿Señor se encuentra bien?” me preguntó. “No.” le respondí. “Debo irme.” y otra ves caí dormido. Cuando desperté estaba de regreso en la cama, un doctor empezó a explicarme acerca de una enfermedad. Dijo que iba a sufrir desmayos repentinos de ahora en adelante. Tuve el impulso de querer golpear al doctor. No sabía que me pasaba. Cuando este por fin cerró la boca. Le dije que llamará un taxi, no había tiempo que perder, ya era de día y mi mujer me estaba esperando. Tuve que controlar mi mente, todo se movía tan rápido que aveces me perdía en mis propias acciones. Cuando por fin llegue a la casa encontré a mi mujer sentada en el comedor con su cara llena de lagrimas. “¿Amor? Que tienes, mi vida. ¿Que esta pasando?” pero ella no decía nada. Solo miraba a la misma esquina en el fondo del cuarto llorando. Sus hermosos ojos se encontraban estropeados por unas grandes ojeras. La abracé, no sabía que hacer, ella no quería hablar conmigo y yo me encontraba desesperado. Poco a poco comenzó a reaccionar y a moverse. Estaba muy triste y eso me partía el corazón. El tiempo poco a poco empezó a curar sus heridas pero a incrementar las mías. Empecé a tenerle fobia a mis alrededores, me sentía perseguido y vigilado. Aunque me encontrase solo sentía una compañía, una compañía perversa. Física, emocional, dentro de mi mente y afuera de ella. Ella jamas me dejaba solo. Mi mujer empezó a presenciar esto y se preguntaba que pasaba. Muchas veces me preguntó si estaba bien, luego llego con la conclusión descabellada que yo la estaba engañando. Verdaderamente no la culpo. Después de ese accidente en la moto jamas volví a ser el mismo. Poco a poco la oscuridad empezó a tomar control sobre mi. Y fue así hasta que me encontré mejor en la oscuridad que en la luz. El día era engañoso para mi, en la oscuridad estaba solo. O eso creía. Una noche estaba hablando con mi mujer. Ella no podía aguantar mas esta situación. Se iba. “Tienes que entenderme, te amo, pero no aguanto mas. Me estoy destruyendo acá adentro.” me dijo con lagrimas en su rostro. “No te vallas, yo te prometo que lo voy arreglar, empezaré a ir al psiquiatra para ver que me esta pasando.” Le respondí pero ella se negó “No amor, ya es muy tarde, debo irme.” Y cuando se volteó para irse yo me derrumbé emocionalmente. Lloré durante horas. Encendí la luz. Algo no se encontraba bien no escuché la puerta golpearse ni a ella salir de la casa. Después sentí la mas desagradable sensación que había tenido en toda mi vida. Salí del cuarto y sus hermosos ojos azules se encontraban blancos, con su boca abierta y con una larga y gruesa cuerda que le apretaba el cuello. “No, no puede ser.” en la pared inscrito en sangre. “No estas solo, nunca lo estas, siempre estoy a tus pies.” Dió un paso hacía atrás y empecé a gritar, caí desmayado en el suelo.

“Cuando me desperté me hallaba acá por primera vez. ¿Que opina doctor? ¿Ahora si va a creerme? Silenció absoluto. “¡Doctor responda!” volvió a ser el una vez mas. Sintió un desagradable olor y corrió a encender la luz. Al mover el interruptor esta no se prendió, la bombilla estaba rota. Se lanzó contra las ventanas abrió las cortinas y vio como lentamente se aproximaba el amanecer. Un pequeño rayo de luz comenzó a invadir el cuarto lentamente. Poco a poco la luz destruía la oscuridad. Andrés lentamente siguió la luz hasta que esta iluminó todo el consultorio. En la pared de este ya se reflejaban dos siluetas. Una desesperada en la tierra con sus manos en su cara llorando. La otra colgada del techo. Una vez mas el cuarto se hallaba invadido por el Tick, tock, tick tock.

1 comentario:

  1. Laaaaargo, pero de sus historias tiene el mejor desenlace, creo yo. Aunque no sé, entiendo que le gusta meter la imagen femenina en todos/mayoria de sus escritos, pero no en todos cuadra, acá me parece que sobra un poco, pero eso no le afecta al escrito.

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